Un sueño ha tenido la culpa de que últimamente me asalten divagaciones como la de la entrada anterior. Fue algo que soñé el otro día, de tema algo parecido al de la película Toy Story...
El asunto es que unos cuantos amigos, entre los que me encontraba, éramos objetos. En concreto, éramos los juguetes de un niño. Lo curioso es que era un niño a quien nosotros conformábamos. Me explico. El niño era inerte en sí mismo, y éramos nosotros, los objetos que le rodeábamos, quienes hacíamos el trabajo requerido para que él fuese quien era.
Tampoco nosotros obrábamos lo que se dice a nuestro antojo (pobre niño, si no), sino que hacíamos un trabajo previamente establecido en algún sitio. Nos correspondía poner poner en marcha lo que suele llamarse "las leyes de la vida", y no nos estaba permitido salirnos mucho de ese guión. Algo así como si nosotros fuésemos los planetas en cuya gravedad se va apoyando una nave espacial en su viaje...
En concreto, al niño ya le iba tocando dejar atrás la infancia y entrar en la adolescencia. Entonces, alguien daba una voz que se corría entre nosotros para arrancar ese mecanismo: nuestro papel como juguetes, por ejemplo, consistía en hacernos todo lo aburridos y feos que pudiésemos, con el fin de que el niño nos mirase de repente con otros ojos ("¿cómo puede ser que hasta ahora yo me haya divertido tanto con estas cosas tan feas?"), y nuestra actitud le empujase entonces hacia el nuevo camino que debía tomar.
En fin, cosas del demencial mundo de los sueños...