domingo, 26 de julio de 2009

Presencias


Se interrumpe la placidez del verano con un SMS corto y duro: "vuestro tío acaba de fallecer". Lo veo con el sol ya muy alto, pero se ha producido de madrugada. La resaca se me corta de repente. Me pongo en marcha en seguida.
Era el último de cuatro hermanos. El último en morir, digo, porque en edad era el segundo. Cualquiera diría que Pedro y mi padre, los pequeños, iban a adelantársele. Cuando enterramos a mi padre, recuerdo su mirada a las cuatro sepulturas dispuestas en orden de mayor a menor, en el cementerio del pueblo. Dos ya ocupadas, una ocupándose; la suya, esperándole. Y me miró con ojillos lacrimosos "cualquier día..."
Había nacido el día de navidad del dieciséis, año bisiesto. Su vida fue dura, y quizá por eso siempre estuvo sano y anduvo derecho, hasta el final: tenía que estarlo, se necesitaba a sí mismo, no podía permitirse flaquear.
Siempre discreto, conocía historias del pueblo que a nadie contaba, y que ya nunca se sabrán o, si se cuentan, serán deformadas por el morbo o el aburrimiento de los pueblos pequeños.
Siempre discreto, hasta para marcharse. La semana pasada aún estaba lúcido y derecho, aún caminaba por su pie los empedrados empinados de Cuenca, su ciudad. Una semana, sin dar la lata. Noventa y dos años de fortaleza y en una semana, fuera.
Mi tía, pequeña y encorvadita, aún resiste, como resistió sobre su bastón los acompañamientos que todo el pueblo, uno a uno y una a una, le fueron brindando. Otra roca. Ahora comprendo por qué le pusieron Pilar.
Fue un día triste, y un día de encuentros. Primos hermanos, segundos, terceros, a quienes no ves más que en estas ocasiones, y a la que sin embargo pides "no os olvidéis de mí".
Abrazos, besos, algunas lágrimas y algunas sonrisas. "Te acuerdas de cuando íbais con el abuelo en burra" "y cuando nos montaban en la trilla" "A ver si la próxima vez nos reunimos para algo alegre".
Historias, recuerdos. Pregunto por las excavaciones de restos paleolíticos que se han encontrado cerca del pueblo. "Están allá en un cerrete, por donde las obras del AVE". "Aquella atalaya, decía tu tío que estaba llena de "garrampainas" (pronúnciese con acento conquense, es decir, enfatizando el diptongo). Pregunto, divertida, qué son "garrampainas". Una de mis primas me contesta "pues... sonidos, voces, fantasmas, presencias".

sábado, 4 de julio de 2009

Verano



Espero que tengáis unas buenas vacaciones, con o sin tinto de verano.