sábado, 29 de diciembre de 2012

Dogmaniáticos

 

Hay un momento en la vida que llega sin avisar pero es conveniente reconocer una vez se presenta. Dos pistas:

1- Suele aparecerse en los alrededores de la cincuentena.
2- Se caracteriza porque de repente todo el mundo parece haberse vuelto loco o imbécil.

En efecto, personas incluso muy allegadas y queridas, de repente no nos aguantan, ni nosotros los soportamos. Pero ¿por qué? Si todos somos los de siempre...  ¿qué les pasa a ellos? ¿qué me pasa a mí?

Lo que nos pasa es muy sencillo: nos estamos haciendo viejos.

Más concretamente, y dejando aparte otras derivas de la edad como achaques físicos, etc., el mecanismo que lleva a esta situación es la pérdida de flexibilidad en nuestras rutinas cotidianas. Sin darnos cuenta, nuestras costumbres se han ido convirtiendo en manías y nuestras manías en dogmas vitales. De hecho, justificamos y racionalizamos toda nuestra vida en torno a ellos. Aunque se trate de aspectos de orden práctico o logístico sin gran importancia: con el tiempo, nuestra pérdida de ductilidad les ha otorgado una centralidad que no merecen.

Un buen día, de la manera más tonta (esto es lo más triste y desconcertante), esas rigideces se ponen dolorosamente de manifiesto: una estupidez como quedar para ir al cine, resulta imposible. Acoplarse, ponerse de acuerdo para hacer algo juntos, conlleva demasiados aspectos innegociables. ¿Ceder (es decir, salir de nuestra zona de comodidad)? No, bajo ningún concepto: ¡dejaríamos de ser quienes somos! Viene a ser el razonamiento.

Lo más espeluznante: no importa si con ello nos saltamos elementales reglas de urbanidad, o incluso artículos del código civil. Aún peor: decimos adiós a amistades de toda la vida, con tal de no cambiar una sola de nuestras rutinas. Lo aceptamos como "ley de vida", mientras razonamos: "si fulanito no me comprende, o no me acepta, o pretende que sea quien no soy... no merece ser mi amigo". Fuera y a otra cosa. Probablemente Fulanito se siente igual y está razonando de la misma manera. Una lástima.

Cuando ese momento aparece, uf, creo yo que sería menos dañino si cayésemos en la cuenta lo más tempranamente posible: "¡Ah, solo era eso! ¡Que estamos envejeciendo (y con bastante poca elegancia, a lo que parece)!" También ayuda reírse. Y hacérselo comprender a los otros, reír con ellos. Y estar muy consciente y vigilante de qué es lo que está pasando: que nuestras dogmanías son solo nuestras, disfrutarlas en la intimidad está bien, pero en sociedad, fluir un poco, hombre.

De nada.

domingo, 2 de diciembre de 2012

La gobernabilidad obscena



Saco este párrafo del artículo de Josep Ramoneda hoy, en El País:

"... Rosa Luxemburgo había dicho: “Si todo el mundo supiera, el régimen capitalista no duraría 24 horas”. Todo el mundo sabe. Y el capitalismo no se ve amenazado. Quizá la explicación esté en lo que Michel Foucault llama el principio de Solzhenitsyn o del terror: “La gobernabilidad en estado desnudo, en estado cínico, en estado obsceno. En el terror, es la verdad, y no la mentira, lo que inmoviliza”. Lo vemos en el miedo ante la crisis que paraliza a la sociedad. La democracia es incompatible con este sistema de gobernabilidad..."

domingo, 25 de noviembre de 2012

Un apunte muy superficial






Una visita a mi amigo Francis Black  me ha recordado reflexiones que surgieron en mi primer viaje organizado. Fue un circuito por Polonia. En ocho días poco se puede conocer de un país, pero una reflexión general ya me llevé. Es la siguiente.

Las fronteras de Polonia han variado mucho a lo largo de la historia, y esto tiene que ver con que se encuentra en plena llanura centroeuropea: sin casi resistencia geográfica, por ahí han transitado fácilmente los ejércitos de toda europa, como Pedro por su casa, de este a oeste, de sur a norte, y viceversa.

Si hoy día Polonia sigue existiendo, es a causa del extremado nacionalismo de sus gentes. Por así decirlo, Polonia existe por pura cabezonería, pues lo fácil habría sido sucumbir definitivamente en alguna de las múltiples invasiones sufridas.

Otro rasgo que me pareció encontrar en las gentes de aquel país, tiene que ver, seguro, con todo lo anterior: es el inmenso odio que profesan hacia sus vecinos y el resto del mundo en general. Checos, eslovacos, rusos, lituanos, bielorrusos, ucranianos y alemanes, no son vecinos sino enemigos. Incluso los turistas, no éramos vistos como una fuente de ingresos a la que mostrar con orgullo el país, sino como invasores.


domingo, 30 de septiembre de 2012

Por la Peineta hacia Dios

Anoto aquí una frase que me ha gustado del artículo de Santos Juliá en El País de hoy:
"... el entusiasmo de los intelectuales resultará decisivo, porque solo ellos podrán dar credibilidad a la gran mentira del nacionalismo: que la nación una, la identidad una y la pertenencia única, son los fundamentos de la libertad."

miércoles, 22 de agosto de 2012

Dos Momentos Solares


Recta final de Agosto. Conviene aprovechar la piscina (y la casa, y las tardes, y la alegría, y la vida, antes de que nos lo quiten todo...)
Es por la tarde y aquí estoy, tirada, mojada, con mi piel recargando el sol como si cada una de mis células fuese fotovoltaica.
Bajo el tilo, absorbo una luz ladeada y el aire es azul.
Junto al agua, unos gorriones menudos se asoman a beber. El bañador me moja y la brisa -solo aquí- no quema. Qué gran decisión, la de venir esta tarde a la piscina.
1.
De espaldas al sol abro mi libro: una parte de mi tarde solar la paso leyendo compulsivamente a Félix de Azúa, quien a su vez lee compulsivamente a Josep Pla y a Miguel de Unamuno (esa extraña pareja)... ¡Nada menos! ¡Qué tres fenómenos me acompañan! Luego Azúa me habla, vergonzoso, del cachondeo luminoso que trajeron a las letras españolas nueve jovenzuelos allá por aquellos tiempos en que en España empezaba a amanecer. Finales de los sesenta. Nueve jóvenes, entre los que se encontraba el propio Azúa. Nunca se atrevió a publicar aquel artículo, el pudor le pudo. Pero todo lo que decía, aunque le sonase inmodesto, doy fe de que es completamente cierto: ¿quién sino Azúa podría sacar, de este leño de Unamuno, un manojo de sonrisas?
Terminada la Unamuniana el calor me vence. Me tiro al agua. Nado un poco. Todo sigue luminosa, clamorosamente azul.
2.
Vuelvo fuera, a mi reposo. Enjugo un poco el agua para no mojar mis casquitos y pongo algo de música. ¡Ay! ¡El poder de la música! Cantar en mi cabeza, quiero decir, 'solo' en mi cabeza, para no molestar... Miro a mi alrededor, no hay casi nadie. Yo en mi rincon aún soleado, los otros están a lo suyo... Por fin libero un poquito siguiendo el ritmo; discretísima, levísimamente muevo mi cabeza, la punta de mis dedos, el pie. Sonrío, noto que sonrío y pienso: no sé si alguien me mira, ni si se preguntarán qué estoy escuchando*. Pero estoy segura de que si alguien me mira, no está viendo a una mujer de mediana edad un poco gruesa y a la que ya se le van notando las hormonas... No, estoy segura de que si alguien me está mirando, estará viendo mi sonrisa, mi captación de fotones azules, mi disfrute por la brisa, mi no poder dejar de seguir el ritmo con el cuerpo, levemente... Seguro que si alguien me está mirando, está viendo a una persona FELIZ.
*Por cierto: sonaban Bob Marley, George Harrison... canciones sobre alegría, sobre el Sol que viene; canciones y artistas del tiempo en que mientras yo nacía, aquí irrumpían, irreverentes, aquellos jóvenes poetas.

miércoles, 8 de agosto de 2012

AMISTAD

Hace poco escuché a alguien comentar: "En general estoy bastante satisfecho con mis amigos". Pero en seguida rectificó: "... Para ser exactos debería decir que estoy bastante satisfecho de mi vida social". Esa puntualización me dejó pensativa: ¿Cuáles son las desventajas de la amistad? ¿Es la lealtad una molestia? ¿Quizá la clave esté en la máscara, pues frente a los amigos nos sentimos en cueros?

miércoles, 28 de marzo de 2012

ESTOCOLMO


... El Síndrome de Estocolmo, la peor forma de mala conciencia.

PD. Todo mi agradecimiento al autor de la viñeta, mi adorado Manel Fontdevila; y a Bassetta, por su entrada "Huelga General, recopilando viñetas" del fantástico blog paperblog.com, donde la he encontrado.

martes, 27 de marzo de 2012

Regla número uno


Un buen día el género homo inventó el lenguaje. Pero después inventó la escritura porque hay cosas que no se pueden decir.
Las cosas que no se pueden decir se dividen en dos grupos: las que nacen de la desconfianza, y las que nacen del pudor.
El segundo grupo es el material de la literatura.