sábado, 19 de diciembre de 2009

Luz


No sé si la verdad tiene un solo camino o tiene varios, de lo que sí estoy segura es de que la mentira siempre tendrá muchos más caminos que la verdad.
Me asaltaba este pensamiento el otro día, aplicado concretamente a la cantidad de leyendas urbanas, afirmaciones no contrastadas, qué sé yo cuántas mentiras, las que a cada uno se le ocurran, multiplicadas por lo que usted quiera y cien veces más... que pueden encontrarse en este medio de internet. Da vértigo pensarlo, hasta el punto de que a veces una se siente tentada de afirmar que la gran red de redes ha traído al mundo más oscuridad que luz...
Hasta que va una y se encuentra con una joya como ésta, que funciona desde abril de este año:

"21 de abril de 2009
"La Organización de la ONU para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) abre hoy oficialmente la Biblioteca Digital Mundial (BDM). Cualquier ciudadano tendrá a su disposición, de forma gratuita y en múltiples idiomas, los logros más relevantes del saber humano recogidos en los fondos de las grandes bibliotecas internacionales que aportan los contenidos a la BDM.
"

http://www.wdl.org

¡Que os aproveche y Feliz Solsticio!

martes, 17 de noviembre de 2009

Extraños estados naturales


De vez en cuando la mirada se extraña ante lo cotidiano para intentar ver el mundo como lo haría un extraterrestre.
Así mirando es posible caer en la cuenta de lo irresoluble de algunos problemas con los que se convive a diario: el eterno problema del reparto de riqueza; el pertinaz desentendimiento entre hombres y mujeres; la imposible respuesta a la cuestión de quién ha de gobernar y cómo; el sempiterno dilema entre el odio al vecino y la naturaleza sociable del ser humano… son sólo algunos no desdeñables ejemplos.
Convivimos con estos problemas sin ni siquiera hacerles mucho caso, como si estuviesen resueltos ya, sin casi caer en la cuenta de que, todo lo más, vamos tirando gracias a algún parche que otro, un poco de maquillaje aquí y allá con que nos autoengañamos y/o pretendemos engañar a los demás.
Antes de devolver la mirada a su modo habitual, una se pregunta cómo es posible que hayamos llegado a Marte y sin embargo todavía no hayamos arreglado estas cuestiones. Una se pregunta cómo es posible que matar o morir siga siendo “la solución fácil”, al parecer mucho más fácil que arreglar pacífica y armoniosamente estas cuestiones.
Una se extraña, hasta el punto de ser asaltada por un pensamiento radical: ¿Es acaso la paz lo que no podemos soportar, que la evitamos a toda costa? ¿Es acaso el odio, la envidia y el asco, el estado estable del ser humano, el menos problemático, por no decir el que más nos colma o divierte, mientras que la inestabilidad, la depresión y la angustia, vienen de la mano de un entorno en armonía? … Si es así, no he dicho nada, devuelvo mi mirada a su modo habitual y sigo viviendo como si tal cosa.

domingo, 25 de octubre de 2009

Humores



Si cada día se inaugura el tiempo, si cada día comienza el resto de la vida, me pregunto por qué algunos días son sentidos como continuidades del ayer, y otros son celebrados como fiestas inaugurales del mañana. Me refiero... en el interior de uno, al margen de ritos comunales, oficiales. ¿Habrá algo en el cerebro que, operando desde el subconsciente, me explique durante la noche a qué tipo de día amaneceré? ¿Será responsable el otoño? ¿Por qué hoy me he levantado con ganas de hacer con mi vida un patchwork de colores?

domingo, 11 de octubre de 2009

Edad


Es curioso, lo que ocurre con la edad: a la vez que se gana sentido de la dignidad se pierde sentido del ridículo.
Debe ser porque los años lo han armado a uno. Se ve más claro lo que merece y no merece la pena ser defendido.

domingo, 27 de septiembre de 2009

Cosas del destino


Os preguntaréis, mis queridos y sufridos fieles, por qué he tardado tanto en renovar la bitácora tras la pausa del verano. La razón es que he andado enfrascada ayudando a los reyes magos a hacer realidad un proyecto que les pedí para este año.
Ahora ya sé que no me lo traerán. Por lo menos, no este año, o no en la forma deseada, o ni lo uno ni lo otro. Quizá el año próximo, o quizá no porque me coja más floja o desmotivada, quién sabe cómo andaré el año que viene...
Todo este asunto me recuerda una frase, una definición que escuché el otro día: "¿Cómo, que no sabes quién es Dios? A ver, cómo te lo explicaría: ¿Alguna vez has deseado algo mucho, y lo has pedido con todas tus fuerzas? Pues Dios es el que te ignora".
Veámoslo por el lado bueno: viviré más tranquila y me ahorraré tiempo y dinero en sesiones de fisioterapia. Las tensiones de los últimos días casi convierten mi cuello y espalda en una tabla de lavar, no quiero ni imaginar cómo sería si me embarco en la empresa. En cualquier caso, y una vez pasado el berrinche, una se recompone y vuelve a reaccionar como suele: pensando que seguramente será para bien porque algo aún mejor me está esperando.

domingo, 26 de julio de 2009

Presencias


Se interrumpe la placidez del verano con un SMS corto y duro: "vuestro tío acaba de fallecer". Lo veo con el sol ya muy alto, pero se ha producido de madrugada. La resaca se me corta de repente. Me pongo en marcha en seguida.
Era el último de cuatro hermanos. El último en morir, digo, porque en edad era el segundo. Cualquiera diría que Pedro y mi padre, los pequeños, iban a adelantársele. Cuando enterramos a mi padre, recuerdo su mirada a las cuatro sepulturas dispuestas en orden de mayor a menor, en el cementerio del pueblo. Dos ya ocupadas, una ocupándose; la suya, esperándole. Y me miró con ojillos lacrimosos "cualquier día..."
Había nacido el día de navidad del dieciséis, año bisiesto. Su vida fue dura, y quizá por eso siempre estuvo sano y anduvo derecho, hasta el final: tenía que estarlo, se necesitaba a sí mismo, no podía permitirse flaquear.
Siempre discreto, conocía historias del pueblo que a nadie contaba, y que ya nunca se sabrán o, si se cuentan, serán deformadas por el morbo o el aburrimiento de los pueblos pequeños.
Siempre discreto, hasta para marcharse. La semana pasada aún estaba lúcido y derecho, aún caminaba por su pie los empedrados empinados de Cuenca, su ciudad. Una semana, sin dar la lata. Noventa y dos años de fortaleza y en una semana, fuera.
Mi tía, pequeña y encorvadita, aún resiste, como resistió sobre su bastón los acompañamientos que todo el pueblo, uno a uno y una a una, le fueron brindando. Otra roca. Ahora comprendo por qué le pusieron Pilar.
Fue un día triste, y un día de encuentros. Primos hermanos, segundos, terceros, a quienes no ves más que en estas ocasiones, y a la que sin embargo pides "no os olvidéis de mí".
Abrazos, besos, algunas lágrimas y algunas sonrisas. "Te acuerdas de cuando íbais con el abuelo en burra" "y cuando nos montaban en la trilla" "A ver si la próxima vez nos reunimos para algo alegre".
Historias, recuerdos. Pregunto por las excavaciones de restos paleolíticos que se han encontrado cerca del pueblo. "Están allá en un cerrete, por donde las obras del AVE". "Aquella atalaya, decía tu tío que estaba llena de "garrampainas" (pronúnciese con acento conquense, es decir, enfatizando el diptongo). Pregunto, divertida, qué son "garrampainas". Una de mis primas me contesta "pues... sonidos, voces, fantasmas, presencias".

sábado, 4 de julio de 2009

Verano



Espero que tengáis unas buenas vacaciones, con o sin tinto de verano.

sábado, 20 de junio de 2009

Con el tiempo


Los nuevos ricos, al cabo de cien años, ¿siguen siendo nuevos ricos? ¿Cuánto tiempo ha de pasar para que lo que comenzó siendo nuevo-riquismo se convierta en rancio abolengo? ¿Acaso a la descendencia del nuevo rico nunca llega a ocurrirle eso, sino que se convierte en otra cosa?

viernes, 5 de junio de 2009

Margaritas



Bajo a la calle un momento. Mientras fumo un cigarrillo, me distraigo observando los gorriones y, siguiéndolos con la mirada, los pajarillos me llevan de repente junto a unas diminutas margaritas que crecen entre el césped.

Contemplando el jardín me dejo llevar por mis recuerdos. Como la magdalena de Proust, esas margaritas me traen momentos de mi infancia, cuando salíamos al campo y mi madre me acompañaba a coger flores silvestres. Me pregunto cuánto disfrutaría ella viendo los ojitos curiosos de la nena descubriendo las margaritas. Unas iguales a éstas, entonces debían de parecerme crisantemos.

Mi madre ya no está y mi infancia terminó. Ser, no ser… Yo que Hamlet, se lo preguntaría a una margarita. ¿Quién es ésta que ahora trabaja, fuma, recuerda y escribe? ¿Quién es, si no la continuidad de aquella niña, que a su vez fue el resultado exitoso del instinto de conservación de aquella buena madre? Para que su éxito siga, tengo yo que seguir. Esa es la razón, simple en el fondo, de por qué vivimos.

No, no acertaba Cioran cuando dijo aquello de “si supiese por qué no me he suicidado todavía, ya me habría suicidado”. No, la vida no es sólo búsqueda, como parece deducirse de aquella frase. La vida es continuidad… Así lo exige el instinto de conservación, y no me refiero al de uno mismo, sino al de los padres de uno. Mis padres me amaron lo bastante como para no querer defraudarlos en su afán más animal, más esencial. De modo que ese es el sentido de mi vida: continuarlos. Simple, en el fondo.

Apago mi cigarrillo. Mientras lo hacía he recordado que al fallecer mi madre sólo quise encargarle margaritas. Ni rosas, ni dalias ni crisantemos: sólo un enorme centro de margaritas blancas, grandes, como debían de parecerles éstas a mis ojos de niña.

miércoles, 27 de mayo de 2009

Champions


En este barrio de Madrid hoy la calle está desierta, salvo el bar de la esquina que está algo más cocurrido de lo normal. De repente escucho ¡GOOOOOOOOOL! cuando han pasado pocos minutos de que haya comenzado la final de la Champions entre el Barcelona y el Manchester.
El grito me enternece, me hace sentir orgullosa de mis vecinos (no siempre me dan motivos) y me lleva a pensar si en Barcelona se alegrarían igualmente si fuese "el eterno rival" quien se estuviese jugando "la décima".
De repente dudo. ¿A ver si es que jalean al Manchester?
Estaba casi segura de no ser defraudada, pero confieso que antes de sentarme a escribir he tenido que ir a comprobarlo, mujer de poca fe, no sea que tuviese que cambiar de enfoque. Pero no, no me han defraudado: es el Barcelona quien ha metido el gol.

viernes, 15 de mayo de 2009

sábado, 9 de mayo de 2009

Un puzzle

Cantar en un coro, como tocar en una orquesta, es algo así como armar un rompecabezas entre un montón de personas. Es un gran divertimento mientras se está montando, y una gran satisfacción cuando está completo.
Aquí, una reseña sobre lo que ha sido mi estreno en el Coro de mi antigua universidad.
PD. No os molestéis en buscarme, soy sólo una piececita.

domingo, 3 de mayo de 2009

Semáforo musical


Vivir en un piso exterior sobre un cruce de calles tiene ventajas e inconvenientes. La principal ventaja es que puedes ver pasar la vida en dos dimensiones: de la cabalgata de reyes, como del gay parade o de un acordonamiento policial, uno puede ser espectador privilegiado.
El principal inconveniente es el ruido. No tanto el de estos acontecimientos extraordinarios (suceden tan de tarde en tarde que la ventaja del espectáculo supera a las molestias), ni tampoco el ruido continuo de los coches, que molesta pero uno termina por acostumbrarse.
Hay, sin embargo, un "ruido" en particular al que uno nunca se acostumbra: es el de la música alta que llevan algunos coches cuando se paran en el semáforo. Si la música decide nuestro estado de ánimo, estas músicas lo sobrecogen a uno en un sentido cambiante cada tres minutos. Para volverse loco.
Así sin mucho rigor diría que, de los coches que pasan bajo mi ventana con el exhibicionismo sonoro por bandera, un 50% son lolailos, un 20% son salseros, otro 20% pop-románticos y aproximadamente un 8% acid-rock-bacaladeros. No llegará al 1% las veces que me han deleitado con un poco de bel canto o música clásica. Un día debería plantearme en serio hacer una estadística.

domingo, 26 de abril de 2009

Un sueño


Un sueño ha tenido la culpa de que últimamente me asalten divagaciones como la de la entrada anterior. Fue algo que soñé el otro día, de tema algo parecido al de la película Toy Story...

El asunto es que unos cuantos amigos, entre los que me encontraba, éramos objetos. En concreto, éramos los juguetes de un niño. Lo curioso es que era un niño a quien nosotros conformábamos. Me explico. El niño era inerte en sí mismo, y éramos nosotros, los objetos que le rodeábamos, quienes hacíamos el trabajo requerido para que él fuese quien era.

Tampoco nosotros obrábamos lo que se dice a nuestro antojo (pobre niño, si no), sino que hacíamos un trabajo previamente establecido en algún sitio. Nos correspondía poner poner en marcha lo que suele llamarse "las leyes de la vida", y no nos estaba permitido salirnos mucho de ese guión. Algo así como si nosotros fuésemos los planetas en cuya gravedad se va apoyando una nave espacial en su viaje...

En concreto, al niño ya le iba tocando dejar atrás la infancia y entrar en la adolescencia. Entonces, alguien daba una voz que se corría entre nosotros para arrancar ese mecanismo: nuestro papel como juguetes, por ejemplo, consistía en hacernos todo lo aburridos y feos que pudiésemos, con el fin de que el niño nos mirase de repente con otros ojos ("¿cómo puede ser que hasta ahora yo me haya divertido tanto con estas cosas tan feas?"), y nuestra actitud le empujase entonces hacia el nuevo camino que debía tomar.

En fin, cosas del demencial mundo de los sueños...

sábado, 18 de abril de 2009

LO QUE SOMOS


Cuando se tiene hambre canina, qué placer echarse algo al tracto digestivo. Cuando se tiene sed, lo mismo... ¿Lo mismo? No exactamente. Placentero sí es, pero de otro modo. Y lo mismo que pasa con los insumos pasa con los exumos... Otro placer fundamental, aunque nos pase casi desapercibido, es el de respirar. Se nota más cuando en medio de los aires contaminados de la ciudad uno pasa junto a un seto verde, o si por cualquier otro medio se tiene la oportunidad de respirar oxígeno en estado casi puro, qué subidón. Bien distinto del de la comida o la bebida, pero otro gran placer, sí señor.

Un paréntesis: hace poco mi coche ha tenido un problema con el flujo de aire que entra a los cilindros. El mecánico, muy didáctico, me lo explicó de una forma sencilla "en una combustión intervienen tres elementos: un combustible, un comburente (el oxígeno) y una chispa", dijo. Fin del paréntesis.

Mira por dónde, el mecánico dio en el clavo. Aquello parecía tan elemental... y resulta que es ni más ni menos que el secreto de la vida, LO QUE SOMOS, y de lo que no solemos ser conscientes. Somos ni más ni menos que una combustión, que se alimenta de combustible y oxígeno, y que fue originada por una chispa inicial. La vida es una combustión, constante y autorregulada, en medio acuoso. Lo cual parece sencillo, pero no deja de ser de una sofisticación exquisita, sobre todo lo de autorreglada, y lo del medio acuoso...

PD. Hay que ver lo que da de sí una chispa, con tal de que cuidemos de que no se apague. Ahora entiendo por qué en los monumentos a los caídos se pone una antorcha permanente, como para compensarles por sus vidas truncadas, como para expresar lo que tenía que haber sido y no pudo ser: una combustión a la que aún no le tocaba apagarse.


miércoles, 8 de abril de 2009

¡OOOPS! (CUENTO CORTO)


¡Vaya traspié más tonto! y es que nunca aprenderé mi madre ya me lo advertía cuando hacía el mono en los columpios “¡que te vas a caeeer!” y a los diecisiete también me di unas cuantas chufas con la panda en el monte... en la mili los tripazos eran más bien obligatorios so pena de arresto de fin de semana y también me llevé mis buenas leches jugando al rugby con los del banco y años más tarde por gilipollas, aquel domingo que fui con mi hijo mayor a recordar mi pasado montaraz menuda hostia, tres meses de baja si es que nunca he aprendido a estarme quietecito... a mi edad y con la artritis quién me mandaría subir a mirar la antena, esto no va a ser ni una tarde castigado ni un sábado arrestado ni dos meses de escayola esto van a ser los sesos desparramados por la acera y una baja que va a durar toda la eternidad.

sábado, 28 de marzo de 2009

REFORMULANDO... Y VUELTA A EMPEZAR

Es descorazonador -y a la vez apasionante- que la estadística no le dé a uno la razón cuando se está tan convencido de algo. Pero, qué se le va a hacer, si estamos investigando es para eso: para ver si nuestro convencimiento es sólo nuestro, o si la realidad también participa de él.

En fin, miraba a mis resultados pensando qué hacer con ellos, tratando de superar la decepción y no sabiendo bien por dónde tirar... Resolví que peor sería si no existiera correlación significativa ni a favor ni en contra de la hipótesis. Bueno, en Suecia sí ocurría esto más o menos, pero en los demás países las cifras al menos hablaban alto. Sólo había, pues, que escucharlas.

¿Y qué decían las cifras?

Veamos, tampoco se podía decir que la investigación hubiese sido un rotundo fracaso. Sólo en el caso de los ingleses las relaciones entre religiosidad y compromiso político se comportaban claramente de forma contraria a lo previsto. Los suecos, ni quitan ni ponen; los alemanes, con algunos indicadores sí y con otros no, más o menos corroboran y desmienten al 50%; franceses y españoles sí corroboraban la hipótesis aunque no muy fuertemente, y Grecia la corroboraba, y además con rotundidad. ¿Qué estaba pasando?

Parecía establecerse una escala que va desde la iglesia ortodoxa, pasando por la católica y las protestantes, hasta la iglesia anglicana, en que el comportamiento político de las personas más religiosas vira desde el extremo del nulo compromiso político, hasta el extremo opuesto de resultar ser los más activos. Sucede además que la iglesia ortodoxa griega es la versión más antigua, la forma más arcaica de cristianismo, de entre las estudiadas. Después se fijó el catolicismo; las reformas protestantes y anglicana son ya surgidas en la modernidad. Empezaba a resultarme bastante claro que la cuestión tiene que ver con la evolución histórica de las iglesias.

Es decir, la hipótesis sí se cumple, pero sólo en las versiones más antiguas del cristianismo, más claramente cuanto más arcaica es la modalidad. Esto parecía probado.

Desgraciadamente, en la otra mitad de la tabla no parecía que la cosa estuviese tan clara. Las reformas de Lutero, Calvino, y la separación del papado de Enrique VIII, ocurrieron más o menos por la misma época. ¿Por qué, entonces, la iglesia anglicana "habla" tan claro mientras que los protestantes por el contrario muestran tanta tibieza? Sobre todo, teniendo en cuenta que la reforma protestante sí tuvo una fuerte componente de revisión ideológica frente al catolicismo de la época, mientras que la iglesia anglicana surgió de una manera mucho más caprichosa, de un lío de faldas por así decirlo, de un tú a tú entre el papa y el rey; por lo demás, la iglesia anglicana tiene muchas similitudes con el catolicismo, podría decirse que aparte del no reconocimiento del papa, en todo lo demás son muy parecidas, al menos en el siglo dieciséis.

Aquí no quedaba más remedio que leer, empaparse de la historia religiosa de estos países, y al cabo, volver a exprimir mi imaginación sociológica en busca de una reformulación plausible de la teoría. Y así lo hice. Antes de ponerme a escribir las conclusiones, elaboré la parte del informe donde se explica el contexto histórico y cultural de cada uno de los seis países, centrándome en los avatares de la religión y en los cambios político-sociales que más directamente llevan hasta la situación actual.

En efecto, todo ello sirvió para que al final algo en mi cabeza exclamase "eureka". Por fin, esa reformulación de la teoría inicial (siempre en espera de posteriores comprobaciones empíricas, naturalmente) de momento queda de la siguiente manera:

La teoría que habíamos enunciado decía que la religión no adopta una mitología cualquiera, sino aquella que constituye un buen disfraz poético, metafórico, de un problema social de envergadura. Esto es una especie de solución de compromiso entre el querer y no querer verlo, una forma de reconocimiento del problema y su centralidad en nuestras vidas, a la vez que una forma de disfrazarlo, de expulsarlo, por declararnos impotentes para resolverlo. La mitificación y la adoración de los mitos opera socialmente como los traumas en la psicología individual: un hecho trágico al que no queremos hacer frente, y que a la vez aflora en casi cada uno de nuestros actos (más cuanto más nos acercamos al problema) de forma disfrazada.

Sin embargo, esto sólo es la mitad del asunto. Hay un problema, y a los problemas hay que buscarles soluciones. Por otro lado, las religiones no sólo tienen mitos, rezos y rituales. Nos estábamos olvidando de que las religiones también tienen preceptos morales y de comportamiento, que seguramente están proponiendo posibles soluciones al problema. Entonces, y como continuación o complemento de la formulación anterior de nuestra teoría, habría de añadir que, del mismo modo que la parte mítica y ritual es la parte de la religión que está poniendo el acento en el problema, la parte del código de conducta está más bien poniendo el acento en la búsqueda de posibles soluciones.

En el caso del cristianismo, el problema es cómo organizar las relaciones de poder (quién ha de mandar) entre personas libres e iguales (lo cual es en sí mismo paradójico) y su mito mayor lo refleja a través de un hombre al que mata el pueblo por ser el mejor de entre ellos. Y para paliar este problema social, el código de comportamiento propuesto es la fraternidad, el amor al semejante, el pasar por alto sus faltas, la ayuda al necesitado. La sociedad funcionaría mejor si la gente se comportase de este modo.

Parece, entonces, que ocurre una secuencia lógica en la evolución de una religión: las formas más arcaicas descubren, reconocen el problema, un grave problema cuasi-irresoluble, el cual fijan, mitifican, disfrazan, y al que ruegan, adoran, rezan (sin saberlo), por reconocerse prácticamente incapaces de hacer algo (terrenal) por solucionarlo. Pero a la vez, la sociedad intenta resolver sus problemas, y del seno de la misma religión surge un código de comportamiento, unos preceptos (difíciles de cumplir, tanto como el problema es difícil de resolver) que van encaminados a que el problema social se mitigue en lo posible.

A medida que pasan los siglos y cambian las formas de vida, hay revoluciones y cambios, la vieja religión se revisa. Cada versión revisada va poniendo más el acento en el código-solución que en el mito-problema. Así, el problema va quedando atrás porque la sociedad ha ido aprendiendo a solucionarlo, hasta que un día se habrá resuelto del todo, o al menos habrá quedado en segundo plano porque otro más acuciante, más preocupante o le habrá tomado la delantera, y vuelta a empezar: nuevos mitos, nuevos rezos, nuevos códigos...

PD. Por último, intentando dar respuesta a la pregunta que había quedado abierta sobre la iglesia anglicana... De momento, mi "imaginación sociológica" me trae la sospecha de que, precisamente por haber nacido de una forma tan caprichosa, la iglesia anglicana se han pasado la existencia preguntándose por su propia finalidad. Es, por así decirlo, la rama del cristianismo que, por tener más dudas sobre sí misma que ninguna, ha reflexionado más sobre su propia razón de existir. Una de las últimas encíclicas importantes (digamos, esenciales de la propia razón de ser de la iglesia), data de 1879, en medio de la primera gran crisis capitalista, recién nacidas las Trade Unions. Y en ese escenario dickensiano, la iglesia anglicana resuelve que su papel no puede ser otro que estar al lado de los pobres, y apoyar la justicia redistributiva que intentan instaurar los sindicatos.

martes, 17 de marzo de 2009

RESULTADOS, SIEMPRE PROVISIONALES (I)

Retomando el hilo de la investigación, primero haremos un breve resumen y enseguida pasaremos a los resultados.

Estábamos en que el trabajo se amplió a otros países europeos (Alemania, Francia, Suecia, Inglaterra y Grecia además de España), para seguir explorando la relación entre el comportamiento político de los individuos (en un contexto democrático) y la intensidad de su fe religiosa (cristiana). Dicha ampliación se centraría en dos ejes: por un lado, se tendrían en cuenta escenarios con diversas tradiciones cristianas (protestante, anglicana, ortodoxa y católica); y por otro, se tendría en cuenta el factor "edad" de la última etapa democrática. Se trataba de ver si la hipótesis principal observada en España (los individuos más religiosos tienden a inhibirse más de la participación política) es un rasgo exclusivamente español, de nuestra idiosincrasia de país católico y democracia joven, o si es común a otros cristianismos y otras democracias. Dicha hipótesis emanaba de la teoría, recordémoslo, de que el principal mito cristiano (la muerte de Jesús) esconde una especie de "trauma social" de la democracia, es decir, una declaración de impotencia para resolver las paradojas que surgen al organizar las relaciones de poder en una sociedad de individuos teóricamente libres e iguales.

En dicha exploración también se pretendía ampliar las formas de cruzar las variables principales "religiosidad" e "implicación politica", tomando tres indicadores para cada una (ver entrada MANOS A LA OBRA), en lugar de uno por cada una, como en el trabajo anterior. Lo que se hizo fue cruzar los tres indicadores "R" (religiosidad) contra cada uno de los indicadores "P" (politización), por tanto ahora no teníamos un solo cruce sino nueve. En realidad eran doce, si tenemos en cuenta el cuarto indicador de politización ("preferencia por la democracia sobre otros sistemas de gobierno") que se cruzó como variable principal, aunque con él no se hicieron análisis de transversalidad por edades, ingresos, etc.

¿Correlarían todos bien, es decir, en el sentido de confirmar la hipótesis con significación aceptable? ¿En todos los países? ¿En unos sí y otros no? Nos lanzamos sin red, a ver qué ocurre.

Antes de continuar, debo aclarar que un análisis cuantitativo puede dar indicaciones de "qué pasa", pero no dice "por qué pasa". Los porqués deben buscarse a través de un análisis cualitativo, es decir, usando discusión abierta, observación participante, entrevistas a expertos... hay varias técnicas. Pero para ninguna de ellas tenía tiempo ni presupuesto, así que decidí completar siquiera ligeramente la parte cualitativa con, por un lado, empaparme de la historia reciente de esos países, y por otro, utilizar mi propio bagage conseguido en viajes, gentes que he conocido... Había un problema: nunca había estado en Grecia, ni conozco a griegos suficientes como para hacerme una idea. No tengo un feeling propio sobre ese país. Al carecer de este material, estuve a punto de sacar a Grecia de la investigación. Finalmente no lo hice, y me alegro.

Digo esto porque mientras analizaba tablas de cruces y correlaciones, uno de los pocos países en que la hipótesis se cumplía a la perfección era Grecia. En Alemania se cumplía al 50% más o menos; en España y Francia, medianamente bien; pero en Grecia aún mejor. Creo que hasta besé las tablas de Grecia. En cambio, los suecos y los ingleses me tenían desesperada, hasta el punto de tentarme la idea de abandonar. Sobre todo los ingleses, llegué a odiarlos: ahí me todo salía al revés.

En fin, tenía que rendirme a las cifras: de los doce cruces (las doce parejas formadas por un indicador religioso y otro politico), en Grecia diez correlaban con fuerza confirmando la hipótesis. Pero esta cifra iba bajando, por este orden: en España y Francia, siete funcionaron bien; en la Alemania católica seis, y en la protestante cinco. En Suecia, sólo cuatro cruces confirmaban la hipótesis, cuatro la desmentían, y en los cuatro cruces restantes no había significación estadística para afirmar nada. Por último, en Gran Bretaña sólo tres cruces nos darían la razón, y los nueve restantes nos la quitaban con fuerza.

Después de devanarme un poco la maraña de neuronas con los pormenores (no hemos entrado aquí en qué cruces sí y cuáles no funcionaron en cada país, con la de hipótesis abiertas que deja cada uno de estos detalles...), resolví que, mirando el trabajo en su conjunto, a vista de pájaro, parecía establecerse una escala: ortodoxos - católicos - protestantes - anglicanos, en que las personas iban desde una confirmación bastante fuerte y completa de nuestra hipótesis (los griegos, cuanto más religiosos más tienden a inhibirse de la política) hasta su refutación bastante fuerte y completa también (los británicos, cuanto más religiosos más comprometidos políticamente).

Resolví también que la madurez de la democracia tenía poco que ver: Francia y España, ambos católicos pero de diferente costumbre democrática, quedaban igualados; mientras que los países con democracias maduras también se escalaban entre sí desde la confirmación de la hipótesis hasta su refutación (Francia, católica, confirma bien; Suecia, luterana, refuta sin mucha fuerza, Inglaterra refuta con fuerza), este factor sí que cobraba importancia.

(Continuará)

sábado, 7 de marzo de 2009

EL TAXI, ¡QUÉ GREMIO!




Estos días he tenido el coche estropeado, por tanto he cogido taxis con más frecuencia de la acostumbrada. Al principio no pero pasados unos días, les cogí hasta miedo.

Indefectiblemente, llevan la radio puesta. La cope por las mañanas, el fútbol por las tardes. Bendecía el día que un taxista llevaba ondacero. ¿Qué les enseñarán con el carnet B1?

Los jóvenes están menos maleados pero los viejos... Gruñones por lo general, cabreados ya desde por la mañana. Escuchar barbaridades racistas cada mañana es algo que deja mal cuerpo para todo el día.

Haciendo todo tipo de trampas a los otros conductores, aplicando la ley del embudo siempre. Una vez iba delante de nosotros un coche con matrícula de Barcelona. Iba despacio, seguramente despistado buscando una bocacalle... Había que oír a mi taxista. No, no se metió con el hecho de que fuese de Barcelona, lo mismo habría dado si fuese de Toledo (eso le ¿honra?):
"¡Lo primero que tiene que hacer uno cuando va a un sitio, es aprenderse bien la ciudad para no molestar a los demás!"
(Sí, justamente en eso iba pensando el pobre hombre, en que tenía que haberse aprendido Madrid para no molestar a un taxista... ¡ay señor!) ... Y no, no íbamos por la Gran Vía ni por la calle de Alcalá, sino por este intrincado barrio, que no conozco bien ni siquiera yo que vivo en él.
PD. Imagen cortesía de POL TURRENS, de la entrada de su blog MADRIZ ME MATA

domingo, 1 de marzo de 2009

MANOS A LA OBRA

Estábamos en la discusión de cómo ampliar la investigación iniciada en España -donde la hipótesis principal parecía corroborarse suficientemente bien- a otras sociedades de tradición política democrática, y de tradición religiosa cristiana, pero examinando diferentes estadios de democracia y cristianismos diferentes del católico, como contexto cultural mayoritario.

Así, el trabajo se iba a repetir en seis países:

-Francia - Como país anfitrión, cualquiera le dice a mi director Baubérot que vamos a dejar fuera a Francia... Sería nuestro segundo país católico, el de democracia madura. Visto a posteriori, sospecho que en esa estabilidad democrática tiene que ver el hecho de haber realizado la separación iglesia-estado desde 1905...

-Grecia - Descartado por el momento el examen de países ex-comunistas, es el único país de Europa occidental de religión mayoritaria ortodoxa. Su último periodo democrático es joven, y desgraciadamente (aunque quizá significativamente) no tenemos un país ortodoxo de democracia estable para examinar cómo influye ese factor.

-Gran Bretaña - Del mismo modo, es el único país anglicano en Europa. Lamentablemente (aunque quizá significativamente) no tenemos otro, país con democracia joven, con quien comparar cómo influye la madurez democrática en un medio anglicano.

-Alemania - Ejemplo importante porque en él conviven dos comunidades, católica y protestante, casi de igual a igual. Ello nos permitía ver las diferencias entre los adeptos a las dos iglesias, sin que las fronteras nacionales supusieran un problema. La parte protestante sería nuestro ejemplo de país protestante con democracia (relativamente) joven. Desgraciadamente, los ateos alemanes hubieron de repartirse ponderadamente entre las dos comunidades, sin poder discernir qué ateos provienen de familia "católica" y cuáles de familia "protestante".

-Suecia - País protestante de larga tradición democrática. Es un ejemplo interesante porque, a pesar de ser un modelo de país civilizado, democrático de siglos, neutral, pacifista... es el único país de nuestra muestra donde no había separación formal iglesia-estado... Ni falta que le hace, podríamos decir. (Ahora ya sí, el estado sueco es laico, pero esta situación data tan sólo del año 2000).

-España - Metodológicamente era importante repetir el trabajo anterior, solo que de forma más completa; repetir con España constituye una prueba de verificación, con otros datos de campo y otros indicarores, si los resultados anteriores volvían a obtenerse. Es nuestro ejemplo de país católico y con democracia joven, en esta muestra de países.

Como fuente de datos de campo, existen algunas macro-encuestas interesantes. El International Social Survey Programme (ISSP) es muy buena serie de ellas, y otra es la European Values Survey (EVS). Junto con Baubérot, decidimos que la EVS es suficientemente completa, y fácil de conseguir pues uno de sus ángeles custodios es el profesor Pierre Bréchon, en la universidad de Grenoble, que es buen amigo de mi director.

Por si acaso, me informé por mi cuenta de que también puede conseguirse una copia del EVS en la Universidad de Colonia, en cuyo sitio web podría consultarse el cuestionario y toda la documentación asociada. El CD con los datos tardó un poco en llegar y eso que para asegurarme lo pedí por ambas vías... pero esa es otra historia. Digamos que, entretanto, la documentación disponible me permitió preparar la operacionalización, es decir, decidir cómo elaboraría el pre-tratamiento de los datos brutos, para obtener mis indicadores de las variables principales.

Gracias a que el cuestionario lo permitía, ahora podíamos medir la "religiosidad" desde varios ángulos, tanto subjetivos como basados en hechos. No sólo un indicador (ver Primeras pruebas. Planteamiento) sino tres:

1 -Religiosidad subjetiva (la religión es importante en mi vida - medianamente importante - nada importante)
2 -Afiliación a una comunidad religiosa, participando en las actividades no-rituales que organiza.
3 -Frecuencia de la práctica religiosa. Se hizo combinando dos preguntas, la frecuencia del rezo (a diario - de vez en cuando - sólo cuando ocurre algo) y la frecuencia de asistencia a oficios religiosos (siempre que la iglesia lo prescribe - de vez en cuando - sólo en actos de compromiso social como bodas, etc.)

Y lo mismo hicimos con "compromiso político":

1 -Politización subjetiva, se hizo combinando dos preguntas: "La política me interesa" mucho - poco - nada... y "Sigo con interés los asuntos políticos en los medios de comunicación" - a diario - de vez en cuando - ...
2 - Afiliación a algún partido político o sindicato.
3 - Participación activa en actos de protesta (escalados por su nivel de implicación: desde la firma de una petición, hasta participar en una huelga o acto ilegal).

Un cuarto indicador de "politización" se hizo enfocado expresamente a la preferencia por la democracia frente a otras formas de gobierno (Es la mejor forma - otras como el gobierno de una élite serían igalmente eficaces - lo mejor es un gobierno fuerte donde la opinión de los ciudadanos quede al margen). Este se utilizó de forma complementaria, pues los tres indicadores anteriores, sobre todo los "fácticos" ya tienen lugar dentro de la democracia: la pertenencia a un partido o sindicato implica, primeramente, la oportunidad libre para tal afiliación; la participación en alguna protesta o petición al gobierno, lleva implícita la voluntad de influir, desde la ciudadanía, en las decisiones políticas; el seguimiento de la política en los medios se tratará mayoritariamente de acciones o decisiones políticas tomadas desde un gobierno democrático...

(Continuará)

sábado, 21 de febrero de 2009

RENTRÉE

Lo ya empezado necesitaba continuidad, y había decidido dársela bajo el paraguas académico de la Ecole Pratique des Hautes Etudes (Sección Ciencias Religiosas), una escuela doctoral que pertenece a La Sorbonne.

Sobre cómo conseguí que me admitieran, modestia aparte, deduzco que tuvo que ser estrictamente por mis propios méritos, porque ninguno de los apoyos que busqué en la facultad o en el colegio de sociólogos, movió un dedo por mí. Así que me fui derecha al EPHE, con mi carita lavada y mi currículum debidamente traducido al francés. Supongo que hice bien en picar alto, duro y a la cabeza: presenté mi proyecto al Director Honorífico de la escuela, M. Jean Baubérot, sociólogo e historiador, a quien en Francia llaman el "Papa" de la laïcité. Una vez obtuve su firma, el comité de admisión ya no pudo a rechazarme, entre otras cosas porque Baubérot formaba parte de él.

Había dos razones fundamentales para sacar el estudio del ámbito español. Cada una, relacionada con la naturaleza de las variables principales cuya relación se estaba explorando: de un lado la religiosidad, y del otro, el fatalismo respecto de la democracia.

Así, si la teoría que sustenta todo esto es, dicho en dos palabras, que "el mito de la cruz simboliza el miedo a enfrentar las contradicciones de la democracia", había que ver cómo se comportaba la gente en otros escenarios donde es común el mito de Jesús crucificado, y con diversos estadios de democracia. Y para evitar que interfiriesen otras variables demasiado fuertes, había que buscar esos escenarios allí donde, en lo posible, hubiese una historia y una cultura democrático-religiosa de base común, y lo más parecidas posible a la nuestra. Esta condición nos situaba en la Europa occidental. De momento dejamos fuera la zona ex-comunista.

Aún así nos metíamos en un terreno muy resbaladizo, evidentemente, porque las fronteras nacionales ya son de por sí un fuerte impedimento a la sociología comparada. Los países de Europa occidental son algo así como los planetas del sistema solar: Marte y Venus son más equiparables entre sí que Marte y la nebulosa del caballo en Orión, pero... ¡uf!

El trabajo iba a consistir en repetir lo que ya se había hecho en España, solo que tomando más indicadores, y no sólo para un país sino para un abanico de diferentes escenarios político/religiosos europeos. ¿Ese fatalismo español se debe a la juventud de nuestra democracia? ¿Existirá también ese fatalismo democrático en países donde llevan muchas generaciones acostumbrados a ella? ¿O será debido a nuestro catolicismo? ¿Serán fatalistas también los protestantes? Lamentablemente, siempre arrastramos la duda de si se tratará de que Marte es Marte y Venus es Venus, es decir, si los resultados encontrados antes, se referían simple y llanamente a que "somos españoles". Pero había que intentarlo, había que mirar si a pesar de nuestras diferencias, la hipótesis repetía resultados... Si se repetían, ello significaría que el asunto es transversal a las diferencias culturales.

Como multiplicar el trabajo anterior por más cruces de indicadores y para n países, excedería el tiempo de un año escolar, había que seleccionar. Se decidió estudiar estas nuevas dimensiones "europeas" en el seno de poblaciones:

- en cuanto a la religiosidad, países de distintas tradiciones cristianas, con cuatro valores: ortodoxos, católicos, protestantes y anglicanos,

-y en cuanto a "tipos de democracia", optamos por tomar como principal variable la "edad" de ésta, con solo dos valores: democracia joven y democracia madura, fijando la frontera más o menos en los 70 años de vigencia ininterrumpida de la democracia actual (es decir, que toda la población (o casi toda) hubiese nacido en la democracia, o que hubiese un corte significativo entre los que han conocido estadios totalitarios y los que no).

Bien, se iba reduciendo la muestra hasta algo factible...

Para poder aislar estas variables "europeas", lo ideal habría sido encontrar ocho países que completasen el cuadro, o sea, al menos un país de cada tipo. Así podríamos comparar, dentro de los catolicismos por ejemplo, cómo influye la edad de la democracia si tuviésemos al menos un país católico de democracia joven y otra de democracia madura; o dentro de las democracias maduras, cómo influye la variable "tipo de iglesia cristiana", si tuviésemos una democracia madura de tradición católica, otra protestante, otra anglicana... y así.

Lamentablemente, dentro de Europa occidental no fue posible encontrar todas las combinaciones, pero sí pudimos encontrar seis de ellas (más o menos, con la interrupción de la SGM...). Y de todos modos, es significativo que no existan países ortodoxos de larga tradición demócrática (de la era moderna, se entiende), ni tampoco países anglicanos donde la democracia actual no lleve al menos setenta años (y protestantes, casi casi tampoco se encuentran).

El "sudoku" de elegir la muestra de países arrojó el siguiente resultado:

RELIGIÓN : D. joven / D. madura
ORTODOXOS: Grecia / --
CATÓLICOS: España / Francia
PROTESTANTES: Alemania / Suecia
ANGLICANOS: -- / Reino Unido

(Continuará)

lunes, 16 de febrero de 2009

DÍAS DE FEBRERO


Tanto viento, tanta nieve caída, y tanta lluvia. Qué porosa debe ser esta tierra, que todo lo absorbe; si no, no se explica que este invierno no hayan ocurrido más desastres. Llevaba semanas preguntándome con desazón cuándo llegarían esos primeros días templados del año, ese simulacro de primavera que anuncian las flores del almendro.

Y por fin, esos días llegaron. Así que, sin pensarlo dos veces, me puse en marcha siguiendo una estela de aromas de jardín mediterráneo. Aviso a unos amigos y organizamos un encuentro. Qué bien: habrá cena, copas, charla y risas.

Aún así, no sé en qué pliegue escondido guardo atávicos recuerdos de cuando fuimos peces o reptiles, o si será porque, sencillamente, este durísimo Madrid invita a sus hijos al exilio... es el caso que necesitaba además ver el campo, el paisaje cambiar: del sinuoso y a veces tajante perfil alcarreño -el Moncayo nevado al fondo- al suelo sediento de los Monegros; de los dulces frutales de Lleida, hasta la amable selva ampurdanesa. Y por fin, sentir el mar, reposando en un pueblecito blanco y marinero, antes de volver a zambullirme en esa bulliciosa y divertida ciudad llamada Barcelona, hermana de mi propia ciudad, tan iguales, tan distintas...

En medio del camino tuve oportunidad de comprender uno de los secretos de la literatura, a saber: que las aventuras, si no son compartidas, no son nada. Peor que nada, son punzadas que te arrancan la alegría de raíz. Un pequeño y estúpido golpe en la autopista vino a arruinar mi dulce camino hacia el mar. Despierto de repente de mi sueño vacacional y vuelve el Estado a hacerse tediosamente presente: policía, gestiones, atestados, seguros al corriente de pago. Y la rabia. Y en medio de la rabia, decidir cómo continuar. ¿Anular la cita? ¿Intentar seguir camino? ¿Cómo? ¿Cuándo? Afortunadamente, sólo entre los coches hay algún herido leve. Las personas estamos todas bien. Salvo por la rabia.

Cuando consigo reconciliarme con mi suerte, caigo en la cuenta de que el Estado y su ejército de formularios no es tan malo como lo pintan. Las grúas y la guardia civil, los teléfonos móviles y los talleres de reparaciones, y los ferrocarriles... ahora están a mi servicio, aunque el resto de la semana esté yo al suyo; y tengo que reconocer que todo ese artificio me permite continuar mi viaje, si bien con algunos retoques y algún sacrificio. Adiós a mi pueblito marinero al atardecer. Reorganizo los hoteles, iré directa a Barcelona, adonde llegaré tarde después de que una grúa a paso de tortuga haya llevado mi coche a un taller, y de que la compañía de seguros me haya concertado un transporte alternativo.

Ese medio alternativo tambien podría haberme traído de vuelta a casa, pero he decidido seguir porque en Barcelona aún me aguarda un fin de semana con amigos, mientras que en casa sólo me aguardarían preocupaciones, rutina, y planes truncados; porque si no son compartidas, las aventuras sólo son tristes heridas. Porque necesito, más incluso que antes, unas risas y una cerveza.

Llego a Barcelona tarde y cansada, pero qué bien huele a vacaciones, qué distinto del olor seco de mi ciudad. Duermo lo menos diez horas. Por la mañana termino aún algunas gestiones relacionadas con el incidente -afortunadamente, entre palmeras y a la luz del Mediterráneo el papeleo resulta ser menos triste- y después sigo durmiendo.
Cuando me despierto pienso que ayer, a pesar y en medio del aturdimiento, tomé una buena decisión. Después de haber descansado me espera un estupendo plan: buena gente, estupenda charla, una cerveza bien fría, un restaurante de película, una magnífica cena: sopa marinera y guiso de bacalao, como para compensar a mi pobre pueblito costero perdido por el camino. Sí, aún muchos buenos recuerdos harán de éste un viaje memorable: los alrededores de la Boquería, el bullicio de la Rambla, pasar junto al Liceo y proponer para otra vez una posible soirée operística. En un bar que hay junto al Miramelindo (porque allí era imposible entrar) una copa rodeados de difraces de noctámbulo fino; conversaciones sobre Rohmer, y sobre el paréntesis ético en que nos sitúa Tarentino; discusiones sobre si el arte tiene algo de intrínseco o si sólo la biografía del autor puede completar lo que cuenta la obra; sobre si lo público es público y lo privado privado, o si ambos mundos se entremezclan aunque no queramos; recuerdos de otros amigos, y del maestro Azúa, y de recientes viejos tiempos...

Y además, mira tú por dónde, he tenido la oportunidad de probar el AVE, acompañada de "Las hermanas Bolena" y de "Si un árbol cae".

lunes, 9 de febrero de 2009

¡GLUBS!


De algún modo, todo apuntaba a París.

Por una parte, el idioma. Siempre me gustó, y desde que empecé a estudiarlo en el colegio supe que algún día lo dominaría. Y así fue. En cuanto tuve un hueco me puse a perfeccionarlo. La primera vez que pude leer una publicación en francés sin que el idioma fuese una barrera (era un comic llamado La psychafamille!) fue como si se hubiese abierto en mi vida un gran ventanal.

Por otra parte, ya se ve, la cultura francesa en general. Desde que pisé París por primera vez, entendí que aquella forma de abordar cualquier asunto, debía parecerse bastante a la mía. Muchas lecturas, la primera de las cuales fue aquel comic, me lo confirmaron después. En general, no hay más que echar un vistazo a los kioskos de prensa o a los escaparates de las librerías: el número de publicaciones que me apetecería comprar y leer, siempre supera ampliamente al de aquellas que dan ganas de vomitar, incluso en las tiendas de las gasolineras. En España ocurre justo lo contrario.

Cuando años después me planteé seguir investigando el asunto que nos ha traído hasta aquí, me dije que era cuestión de hacer un doctorado en debida regla. La universidad que me acogiese tendría que darme plena libertad para continuar lo ya empezado, que no me impusiese un enfoque. Esto era condición sine qua non, porque yo no buscaba un título, sino hacer lo que tenía que hacer, y me daba igual que fuese en Teruel, en París o en Australia, donde estuviese esa universidad, allí me iría. Pero Francia tenía muchas papeletas... esa afinidad de pensamiento, esa libertad mental... estaba en el aire, lo presentía: no habrían de defraudarme.

Así, un buen día metí en Google las palabras clave religion politic sociology doctoral y salieron varias universidades que podrían interesarme. Examinando los programas de cada una de ellas, descartando aquellas que diesen al tema un enfoque demasiado teológico o hermenéutico, quedaban como candidatas la Universidad Libre de Bruselas y la Sorbona. Conociendo ambas ciudades, naturalmente elegí La Sorbona.

Ay, había que perfeccionar el idioma, perfilar el proyecto, presentarlo a un maestro, preparar mucho papeleo... Me daba mucho vértigo, pero era el vértigo que produce el destino cuando se cumple.

sábado, 31 de enero de 2009

PRIMEROS RESULTADOS

La principal conclusión de aquel pequeño estudio fue que sí, había correlación entre el nivel de religiosidad y el fatalismo respecto a que se pueda cambiar el mundo mediante la acción (si bien, los niveles de optimismo tampoco son para alegrarse mucho). En efecto: los porcentajes de pesimismo suben con la intensidad religiosa: el 55% de los ateos o agnósticos, frente al 61% de los no practicantes, y al 69% de los practicantes, se declararon "fatalistas" o "muy fatalistas".

La influencia de otras variables en estas respuestas fue del mismo orden que la variable "intensidad religiosa". Y, como se dijo en la entrada anterior, la posible influencia de otras variables deja de ser preocupante por cuanto se encontró que las correlaciones más fuertes se encontraban entre las capas "centrales" de la población: los jóvenes y adultos, los sectores de población alrededor de la clase media, y los individuos de posiciones ideológicas alrededor del centro.

Hay que señalar, sin embargo, alguna matización. Ni los agnósticos son tan optimistas, ni los católicos practicantes tan fatalistas como habíamos predicho. Las significaciones más fuertes se encuentran en el tramo fatalista pero se encuentran menos casos de muy fatalistas de los que habíamos previsto encontrar entre los practicantes. Transcribo literalmente del capítulo "conclusiones" de aquel estudio:

"... da la impresión de que la práctica religiosa pone un tope al fatalismo. Es posible que la clave esté en el paso a la acción. El practicante cree en las actividades que desarrolla, por tanto, aunque sus acciones sean de tipo caritativo o de voluntariado, el practicante cree que al menos una labor paliativa sí es posible realizar frente a las malas decisiones políticas."

Como luego veremos, esta nueva hipótesis parece confirmarse cuando más adelante ampliamos el universo hacia otros países europeos y hacia otros cristianismos distintos del católico.

(Continuará)

sábado, 24 de enero de 2009

PRIMERAS PRUEBAS. PLANTEAMIENTO

Al terminar la carrera me había propuesto mejorar mis destrezas metodológicas, tanto cuantitativas como cualitativas, y en cuanto tuve oportunidad me matriculé en un curso de cada tipo. Ambos me han resultado muy útiles en lo que ha venido después.

Así, con ocasión del curso de análisis estadístico de datos sociales, organizado por el colegio de sociólogos, vi la oportunidad de probar con un mínimo de seriedad si mis observaciones tendrían alguna corroboración estadística, o si se trataba simplemente de excesos de mi osada imaginación.

A lo largo del curso nos entrenamos en el manejo del programa más generalizado de análisis estadístico, el SPSS, de modo que el adiestramiento tuvo una doble utilidad: mejorar nuestros conocimientos de estadística y a la vez aprender a utilizar el programa. Han sido los trescientos euros mejor invertidos de toda mi vida.

Llegado el final del curso, se nos proporcionó un conjunto de datos bastante completo y su documentación asociada (ficha técnica, cuestionario, etc.), de una encuesta elaborada por una prestigiosa agencia no lucrativa (la fundación CIRES, y su encuesta "Los usos del tiempo por los españoles" realizada durante enero de 1996). Con ellos teníamos que llevar a cabo una investigación propia. No sólo había que probar cruces de variables, también había que centrar inductiva, teórica y documentalmente el tema, proponer hipótesis, operacionalizar las variables, preparar los datos, tratarlos, y finalmente descartar "casualidades" o intervención de variables intermedias. Hay que decir la muestra de 1200 personas, estratificada por comunidades autónomas y tamaños de hábitat, y en el cuestionario encontré preguntas suficientes (aunque no exhaustivas) para componer mis variables. Fue mi oportunidad de oro para comenzar.


Las preguntas del cuestionario que se seleccionaron para determinar las variables principales fueron:

-Religiosidad:

Del cuestionario base se tomaron estas dos preguntas :

· Religion: Católico - otra (decir cuál) - ateo o agnóstico - NS/NC.

· Intensidad: ¿Diría usted que es practicante ? (escala de 1 - no practicante, a 4 - muy practicante)

que luego se recombinaron para obtener una sola variable con tres categorías: sin religión - católico no practicante - católico practicante. Los no católicos fueron filtrados. No se pudieron filtrar, sin embargo, los que hubiesen dicho ser ateos pero provenientes de tradiciones religiosas no católicas. Dada la fuerza de la tradición católica en España, esperamos que estos sean tan pocos que no distorsionen los resultados.

-Fatalismo democrático (sensación de que incluso en democracia los ciudadanos pueden hacer muy poco o nada por cambiar las cosas):

Del cuestionario base se utilizaron las preguntas:

· ¿Está usted de acuerdo con la siguiente sentencia? : "En un sistema democrático como el nuestro los ciudadanos influyen realmente en las decisiones del gobierno" (escala de 1 - muy en desacuerdo, a 4 - muy de acuerdo)

· Id. "La situación internacional es tan compleja que países como España apenas si pueden tomar decisiones sobre sus propios asuntos" (escala de 1 - muy en desacuerdo, a 4 - muy de acuerdo)

que también se combinaron y recodificaron (obsérvese que en la segunda hubo que invertir los valores de las respuestas antes de poder sumar puntuaciones). Con ello se compuso la variable Fatalismo democrático, con tres categorías: fatalista - medianamente fatalista - optimista respecto a que la acción ciudadana pueda tener alguna influencia en "cambiar el mundo".

La cuestión era ver si existía correlación entre ambas variables, partiendo de la hipótesis (obtenida por observación y refinada por todas las demás lecturas sobre historia del cristianismo, sociología de la religión, teoría de los mitos, las investigaciones de Durkheim, etc.) de que "los más fervientes cristianos (en este caso españoles y católicos) tienden a ser los más fatalistas respecto a lo que el ciudadano puede hacer, mientras que los individuos que han dejado de lado la religión confían más en que poniendo uno mismo manos a la obra se pueden cambiar las cosas".

Pero no sólo. Puede existir correlación y sin embargo estar influida por la edad (los jóvenes pueden ser más idealistas, o por el contrario reconocerse peor pertrechados para la acción política; y viceversa con los mayores) o por la ideología (es sabido que hay correlación entre ideología y religiosidad, las gentes más practicantes tienden a ser de derechas) y entonces los resultados pueden deberse a la ideología y no a la religión; o por otras variables de las que suelen llamarse sociodemográficas (sexo, ingresos per cápita, nivel de estudios, tamaño de hábitat...)

Como en las novelas de Agatha Crhistie, cada una de estas puede aportar razones para suponer que influen en el fatalismo u optimismo respecto a la acción ciudadana. Lo bueno es que, si lo pensamos, en muchos casos pueden influir tanto en el sentido de la hipótesis como en su opuesto. Así pues, la cuestión es si su influencia (de haberla) es mayor o menor que la debida estrictamente a la religiosidad. Para ello lo que se hizo es un cruce trivariable, mirar qué ocurre en el interior de las capas sociodemográficas: cruce religiosidad x fatalismo sólo entre los hombres, luego solo entre las mujeres, o solo entre los adultos jóvenes, o solo entre los adultos maduros, y así sucesivamente.

Por ejemplo, si la correlación se produjese transversalmente a todas las capas de edad, podríamos decir que no es la edad la que en realidad está influyendo. Pero aunque no sea así (es lógico suponer que capas muy extremas se comporten de forma opuesta) llegaríamos a conclusones parecidas si se comportasen de acuerdo a la hipótesis las capas no extremas, esto es las capas centrales. Por dos razones:

1. Son aquellas donde hay mayor representación como para poder decir que la muestra es significativa; las extremas incluso podrían descartarse, precisamente por esta razón: pocos casos pueden dar una correlación muy alta, pero sin significación estadística. Paralelamente, estas capas son a las que pertenecen la gran mayoría de los españoles.

2. Si hay correlación, podemos decir que no se debe a la variable sociodemográfica. Por ejemplo, si en ideología miramos qué pasa con los que se dicen "de centro" y aquí las variables principales se comportan como habíamos predicho, estamos casi seguros que este comportamiento no es debido a la ideología. Lo mismo ocurriría con la "clase media" o los "adultos".

(Continuará)

miércoles, 21 de enero de 2009

PRESIDENTE OBAMA

Ayer escuchaba a Obama en su toma de posesión. En un momento del discurso, pide a todo el mundo que arrime el hombro para levantar el país. A continuación, todos los comentarios en todas las cadenas de radio y televisión, aparte de elogiar esta parte o aquella otra del discurso, terminaban por señalabar lo mismo: "a ver qué hace este hombre".

¿Qué va a hacer, qué va a hacer? ¿Es que no lo habéis oído? Pues, lógicamente, pedir a todo el mundo que se ponga a trabajar, porque como se lo dejen/dejemos todo a él, vamos apañados. Pero la gente insiste: "¡A ver qué hace este hombre!"

Me recordaba a un pasaje de La vida de Bryan, en que el protagonista está hablando para la muchedumbre que lo escucha arrobada. Bryan les dice "¡No tenéis que dejaros llevar, tenéis que pensar por vosotros mismos!", y la multitud repite al unísono, todos con caras de bobos: "¡No tenemos que dejarnos llevar, tenemos que pensar por nosotros mismos!"

http://www.elpais.com/articulo/internacional/Discurso/inaugural/presidente/Barack/Obama/espanol/elpepuint/20090120elpepuint_16/Tes

sábado, 17 de enero de 2009

DEMOCRACIA

Tres definiciones de democracia:

Primera.
Sistema de gobierno en que cualquiera puede convertirse en tirano. Mientras los demás se lo permitan, naturalmente.

Segunda.
Sistema donde se elige por votación a quién echar las culpas de casi todo.

Tercera.
Es el sistema que se dan las personas a sí mismas, donde la divinidad ni gobierna ni dicta leyes. La divinidad queda al margen. O debería.

martes, 13 de enero de 2009

CORRELACIÓN

Por si quedare algún amable lector que haya tenido la paciencia de leerse las entradas anteriores, y que todavía tuviere curiosidad por saber si hay correlación estadística entre las dos variables principales de nuestro estudio (que podrían formularse así):

A - la intensidad con que se siente la religiosidad y
B - la tragedización de la "contradicción democrática"

le adelantaré que sí, la hay. Al menos, aquí en España.

En los próximos posts intentaré explicar cómo se hicieron los estudios. Por ahora, sólo recordar lo que significa que haya "correlación estadística".

Tal cosa no significa, evidentemente, que todos los religiosos vivan la democracia como un problema irresoluble que les asusta o al que prefieren no quieran mirar de frente; ni que todos los ateos asuman con naturalidad el hecho democrático, con sus ventajas e inconvenientes. En todas partes hay de todo. Lo que significa es que hay más religiosos a quienes les asusta la democracia de lo que cabría esperar si ambas variables no tuviesen nada que ver (y no uno o dos, sino significativamente más). Y del mismo modo, hay significativamente más ateos o agnósticos dispuestos a coger el toro democrático por los cuernos, de los que serían esperables si ambas variables fuesen completamente independientes. Esto ocurre al menos en las capas centrales, mayoritarias, de la población española: clases media-baja, media y media alta, nivel de estudios básicos o bachillerato, estratos de edades intermedias (adultos jóvenes y adultos maduros), inclinación política tanto de centro-izquierda como centro o centro-derecha...

domingo, 11 de enero de 2009

CIFRAS Y LETRAS

Sobre religión ha hablado muchísma gente. Teólogos, estudiosos y sabios de todas las épocas, y más recientemente, antropólogos, psicólogos... Y también cualquiera de nosotros tendría algo que decir sobre religión. Sobre la nuestra, al menos. De hecho, prácticamente a todos nos han educado en alguna tradición religiosa, por tanto todos podríamos contar como mínimo unas cuantas experiencias... Bajo una pluralidad de formas, es un fenómeno universal. Todo el mundo entiende algo cuando se menciona la palabra religión.

Quizá sea por ello que, justamente, no existe una definición de religión. Una completamente consensuada, quiero decir. ¿Cómo poner de acuerdo a tanta gente?

Máxime, cuando un aspecto común a casi todas las religiones es el misterio. Una verdad que no se ve, una verdad que sólo se puede creer. Todas guardan celosamente algún arcano. Y lo peor es que a eso lo suelen llamar Verdad, así con mayúsculas. Como para volverse loco.

Por eso el enfoque de nuestro trabajo no podía partir de una definición de religión. Sólo podía partir de sentimientos personales. De lo que cada uno sienta por tal, sin darle muchas más vueltas. Es algo que variará de unos a otros, seguro, y para el que estudia el fenómeno religioso siempre será difícil entrar tan adentro de las personas... Aunque lo intente, nunca podrá estar seguro de que no se le haya escapado algo inaprehensible. Al estudioso sólo le queda esperar que los mecanismos de reproducción cultural hayan hecho bien su trabajo, y que cuando dos personas digan ser religiosas, si ambas pertenecen a la misma tradición, haya cierta proximidad entre lo que siente una y lo que siente la otra.

Por eso, también, es inútil que desde aquí nos sumemos a hablar mucho más. Hay asuntos incomunicables, donde las palabras se atascan... o se pasan siete pueblos. Hay asuntos, como este de la sociología de la religión, para los cuales, si se quiere averiguar algo, es mejor dejar que hablen los números.

jueves, 8 de enero de 2009

EL GERMEN

Ya no recuerdo qué fue antes, si las sensaciones tan desagradables que sufrí cuando, recién elegida en mis primeras elecciones sindicales -a las que fui muy jovencita y semiengañada, si no de qué-, nos tocó negociar el algazamiento de un ministerio, para crear uno de los primeros entes públicos de aquella ola que emprendió Felipe González. El ICEX, la Agencia Tributaria, AENA... son de aquella época. En este punto debo aclarar que sacar a un funcionario de su condición de tal, es algo casi tan traumático como para otro cualquiera quedarse en el paro. Fin del paréntesis. Decía que no sé si fue antes lo de aquellas negociaciones, o si fueron antes las clases en la facultad donde descubrí a Durkheim. Creo recordar que por aquellos tiempos también estaba animada por la reciente lectura de "La Imaginación Sociológica", de Charles Wright Mills, libro que me quitó el miedo a hacer experimentos más que osados con la mía.

En todo caso, las tres cosas (las negociaciones, las teorías de Durkheim y mi imaginación sociológica) se vinieron a juntar para que, una primavera de finales de los ochenta, en un viaje nocturno en coche, con la concentración favorecida por la oscuridad y la sola luz de los faros, durante cinco horas desde Madrid a la costa almeriense, me pusiera a pensar más o menos en los siguientes términos:

"Si los tótems de las tribus australianas que estudiaba Durkheim representan a la propia tribu porque ese animal es el que mejor los caracteriza como sociedad aunque sus miembros no lo sepan... entonces... ¿qué está representando metafóricamente el mito de Jesús crucificado, que caracteriza a "nuestra tribu" aunque no lo sepamos?

"¿Por qué nos hemos quedado precisamente con este mito y no con otro? ¿Y por qué lo hemos elevado a la categoría de mito central, de dios, entre tantas figuras metafóricas posibles (desde los cuentos de hadas hasta las películas de vaqueros)? Y va para dos mil años...

"A ver, no es lo mismo un mito, que un dios. Un dios es un mito, pero es un mito de rango superior, y que ha pasado a otro nivel en nuestra conciencia. Del mito sabemos que es una metáfora, un cuento; en la existencia del dios creemos. Caperucita Roja (por decir algo) es mito pero no es diosa. Y en cambio Jesucristo crucificado... ¿Qué representa? debe ser algo muy gordo. Tan gordo, que es lo que más identifica a "nuestra tribu".

"¿Y a quiénes me refiero cuando digo "nuestra tribu"?

Buscando respuestas a estas preguntas, empecé a repasar mentalmente cómo comenzó el cristianismo.

"De la parte griega, la filosofía había ido decolorando a los dioses antiguos, y Atenas experimentaba la primera democracia del mundo... Como no podía ser de otra manera: filosofía implica autonomía de pensamiento; y los hombres que piensan de forma autónoma, ya no pueden ser más súbditos de nadie, tienen que autoorganizarse, ser ciudadanos. Los antiguos mitos griegos estaban ya muy desvanecidos y la democracia ateniense en pleno apogeo, cuando el consejo de la ciudad ordenó desterrar al más preclaro de los atenienses, aunque él, por no querer tener privilegios sobre cualquier otro ciudadano (por llevar la democracia hasta sus últimas consecuencias), eligió tomarse la cicuta. Platón lo explicaba años después con otro mito importante, el de la caverna: el que salga y vea la luz, más vale que no vuelva para contarlo o los suyos no podrán resistirlo y lo matarán.

"Cinco siglos más tarde, una tragedia parecida ocurre en Judea: uno de los mejores hebreos de la época, viene hablando de que su padre es el mismo Jahvé, y en poco tiempo pasa de ser considerado un gran tipo a ser enviado a la cruz, ambas cosas por aclamación popular, aunque las autoridades romanas no encontraran razón para matarlo. Para colmo, el pueblo elige indultar al ladrón convicto Barrabás, antes que al sedicente hijo de dios (dios o loco, un buen hombre en todo caso). Cuando lo iban a apresar, incluso sus seguidores más cercanos reniegan de él por miedo a ser relacionados y correr su misma suerte.

"Unos tres siglos más tarde, ya todo el mundo grecolatino y todo el oriente medio habían adoptado este hecho trágico como su símbolo central, su nueva religión oficial.

"¿Por qué éste, de entre todas las historias y leyendas de la época? ¿Qué había pasado?

"En primer lugar, al mundo grecolatino se le habían ido muriendo sus dioses. Lo que de ellos quedaba hacía tiempo que no era más que excusa para el folclore (función importante pero no suficiente). Eso quizá dejaba un hueco en la vida de las personas, un hueco en busca de sustituto.

"En segundo lugar, la democracia había hecho aparición, mostrando tanto sus ventajas (la participación de los individuos en las decisiones de la ciudad) como sus inconvenientes (la responsabilidad de los individuos en las malas decisiones referentes a los asuntos de la ciudad).

"Tanto la democracia ateniense como la república romana, al final habían sucumbido a la tentación imperial. El autoritarismo resultaba ser más eficaz, mas barato, quizá más cómodo (menos "energético" que diría un físico)... aunque entrase en contradicción con el concepto de ciudadanía y de autonomía del individuo. Entre la ambición (de poder) de uno y la comodidad de los demás (vale, que se ocupe otro), la tentación de sucumbir al autoritarismo es grande. ¿Es, quizá, este eterno debate entre las dos principales formas de organizarnos, el quiz de la cuestión?

"El hecho es que, después de ese deambular de unos siete siglos sin dioses, en el mundo grecolatino termina por cuajar una nueva religión cuyo mito central habla de un hombre bueno al que matan los suyos. Sí, luego resucitó y todo eso, pero lo que preside todos los altares de todas las iglesias, y lo que llevan las monjas al cuello, no es un féretro vacío, sino una cruz."

"Hay una cosa que nunca he entendido: toda la vida nos han dicho que Jesucristo murió para salvarnos, para redimirnos de nuestros pecados. Sí, fue un cabeza de turco, eso es cierto... pero de ahí a salvarnos todos los demás... ¿salvarnos de qué? ¿de qué pecados? ¿de querernos acostar con el vecino? No termino de ver la relación. Tiene que haber algo más profundo, más fuerte. Un mito no dura dos mil años ocupando el centro de una civilización, así porque sí, por un cuento chino que no tiene mucho sentido... Sí, sí, se mantuvo en gran parte por el miedo de la gente, por la Inquisición, el poder de la Iglesia... Pero si la Inquisición se acabó, ¿qué hace el Papado ahí todavía? ¿Por qué el cristianismo goza todavía de una relativa buena salud, en la Europa laica, en estos tiempos? ¿Nos engañan? ¿Quién? ¿Nos engañamos nosotros mismos? ¿Por qué? Tontos no somos, hemos llegado a la luna. Si nos engañamos o nos dejamos engañar, debe ser por algo muy muy gordo, algo que no queremos ver.

De repente me acordé de la cantidad de insultos que estábamos recibiendo en las negociaciones. De cómo nuestros compañeros, funcionarios a los que se ofrecía quedar en excedencia y optar por una categoría laboral en una nueva empresa pública por un poco más de dinero (no mucho, en todo caso todo lo que pudimos sacar), nos insultaban a los sindicalistas como si fuésemos nosotros los culpables de todo lo que había liado el gobierno de Felipe González. Si, ya sé, es lo de siempre: el "malo" está en su papel, pero el "bueno", el que tiene que salvarnos, si lo hace mal o insuficientemente, es mucho más reprobable. Felipe González no se llevó ningún insulto por todo aquello; nosotros sí. Algunos compañeros nos retiraron el saludo y cosas peores.

También me acordé de que, cuando en las asambleas nos preguntaban que por qué no habíamos sacado más dinero, y les contestábamos que no teníamos una varita mágica, es cuando sus ojos más se llenaban de furia. Y de que, cuando ya me cabreaban mucho y les decía "¡pues haberte presentado tú a las elecciones, so listo!", entonces esos ojos llenos de furia se llenaban, además, de vergüenza y apartaban la mirada. Por esa furia y esa vergüenza, antiguos amigos míos no me hablan desde entonces.

Entonces vi claramente la relación entre las dos situaciones: entendí que a Jesucristo no lo mataron por ser diferente o raro o loco, ni para redimir los pecados de nadie... a Jesucristo lo mataron por ser bueno pero no perfecto. Lo que queda en el mito no es la opresión romana, sino que Jesús fue un poco milagrero pero no todo lo que a aquella gente les hubiese gustado. ¿No eres hijo de dios? ¡Pues haz este milagro (el que arregle lo mío, naturalmente)! ¿Ah, que no puedes? ¡Pues vaya hijo de dios de mierda! Ahí nace el odio, el odio al semidiós. No se odia tanto al malo que lo hace, como al semi-bueno que no lo arregla. La furia de los judíos no cargó contra la opresión ni contra la autoridad romana, sino contra alguien a quien se acusa de no ser un dios total. Se carga contra quien tiene algunas pocas armas pero no una varita mágica. (Si algunos supieran la de veces que los sindicalistas tenemos que jugar de farol...). Y todavía se le odia más cuando uno intuye que, si a uno se le ocurriera presentarse a unas elecciones, automáticamente uno mismo sería blanco de los mismos odios por parte de los demás. Utilizo el verbo intuir en vez de otros como caer en la cuenta o cobrar consciencia, porque pocas veces esta sensación aflora a un nivel más consciente. Ahí se queda, y a partir de ahí esa leve intuición empieza a ser enterrada en excusas: "yo no podría, yo no sabría, para eso hay que valer..."

Ya estaban contestadas mis principales preguntas: ¿Qué representa el mito de Jesús crucificado? Pues representa la tragedia del hombre autónomo, la tragedia de la democracia, el miedo que da la responsabilidad de gestionar los asuntos de la polis. Siempre habrá alguien descontento, por lo tanto los insultos (y quizá cosas peores) están asegurados. Por otra parte, los asuntos públicos son de todos y de cada uno. Que otro gestione mis asuntos se da de patadas con mi autonomía personal... O sea: si gestiona otro, malo; si gestiono yo, peor. Pero si todos somos autónomos e iguales en derechos... ¿quién ha de hacerlo? La democracia encierra una contradicción organizativa difícil de resolver. Una contradicción que es trágica para los miembros de la tribu, ya sean gobernantes o gobernados. ¿Y de qué "tribu" estamos hablando? Pues de todos aquellos pueblos herederos de la filosofía, de la autonomía personal, los que se las han habido desde el principio con la democracia y sus contradicciones. Estos son los herederos de lo grecolatino, los europeos y los americanos más tarde. Lo que llamamos el mundo occidental. Ahora veía claro que no es casualidad que los países de tradición cristiana sean también países por lo general democráticos, que se ha pasado dos mil quinientos años de historia debatiéndose entre la democracia y el autoritarismo (que es la otra cara de la misma moneda).

Para terminar, debo decir que, haciendo un repaso mental de aquellas personas, conocidos míos, que más se quejaban de nuestra gestión negociadora, los que más furia nos dedicaron, los que más nos apartaban la mirada y el saludo... me dio la impresión de que se trataba de gente creyente, incluso practicante. Entonces fue cuando recordé que Wright Mills aconseja en La imaginación sociológica a los novatos: "no tengáis miedo a vuestras observaciones, ni aunque se trate de casos particulares; si han llamado vuestra atención, por algo será".

De ahí surgió la osadía de lanzar la hipótesis, la pregunta, el germen de toda esta investigación. Pregunta que podría formularse más o menos así:

"¿Habrá correlación estadística? ¿Se cumplirá que los más religiosos (cristianos) son los que prefieren que se ocupe otro para luego insultarle, los que más trágicamente viven la contradicción democrática; mientras que los ateos tenderían a tomar la democracia y sus limitaciones con mayor naturalidad? No lo sé, habrá que hacer números...

"Pero si se cumpliera, si existe esa correlación, eso "probaría" la teoría general de que el mito central, el que elevamos a rango de divinidad oficial, es un escondite, un trauma, un disfraz de algo que nos da miedo y que a la vez nos es indispensable para vivir (incluso, como diría Durkheim, nos caracteriza) como sociedad. Tenemos un problema muy nuestro que nos aterra y lo "solucionamos" primero disfrazándolo de mito, luego mandándolo al cielo, y después venerando y rezándole a ese lejano difraz. Damos todo ese rodeo para evitar enfrentarnos al problema abiertamente aquí en la tierra. ¡Claro! Los dioses no sólo nos caracterizan, como decía Durkheim. Los dioses son nuestros problemas disfrazados. Ante los problemas, los ateos actúan; los religiosos, rezan. ¡Si ya lo dijo Marx, el opio del pueblo! ¡Y por eso los dioses empiezan a morir en cuanto la filosofía agarra el asunto por los cuernos! En el caso de la civilización occidental y el cristianismo, mi hipótesis es que ese problema es la contradicción, la paradoja, la tragedia democrática. Y en otros pueblos con otras religiones, vaya usted a saber... Por ejemplo el islam, ¿qué pasará con el islam? ¿qué simboliza ocultamente, qué contradicción irresoluble, qué tragedia encerrará la media luna para los musulmanes? Uf, no lo sé, no conozco suficientemente esa cultura... Habra que documentarse mucho, y después hacer números también..."

Y es que Wright Mills también dice a los novatos que una intuición imaginativa para formular hipótesis está muy bien, que no hay límite para la osadía... siempre y cuando luego se formalice la investigación, claro está. ¡Ay! ¡Menudo trabajazo me esperaba! ¡Qué agobio! Menos mal que para entonces ya estaba llegando a Murcia y me esperaba el fin de semana. Me propuse divertirme y no pensar más en el tema.

Pero hoy, casi veinte años después de aquel viaje en coche, no he dejado de llevar esto en la cabeza ni un solo día. Parte de todo ese trabajazo ya está hecho pero aún queda mucho. En ello estamos. Hasta que no se acabe, todo son especulaciones. Y aún entonces posiblemente lo seguirán siendo. Acaso nunca dejen de serlo.

miércoles, 7 de enero de 2009

¿EL OPIO DEL PUEBLO?

Con el fin egoísta de facilitarme trabajos posteriores, comienza aquí una aburridísima serie en la que voy a intentar explicar al amable público que tenga la paciencia de leerme, cómo una obsesión puede llegar a materializarse en un proyecto de cierta envergadura, o que espero no quede demasiado banal, al menos. Quienes me han seguido en el blog de Félix de Azúa quizá ya intuyen de lo que hablo, por lo pesada que me pongo siempre dándole vueltas al mismo tema. También aquí se ha hablado de ello alguna vez (entradas Relegare y Con los tiempos).

Es un tema que se me metió en la cabeza un buen día hace ya muchos años. Mientras a la vez que ejercía el sindicalismo estudiaba en la facultad el trasfondo de los mitos, en mi cabeza se realizó un enlace neuronal que desde entonces me acompaña, y que, aunque escondido o soterrado, me parece central en nuestras vidas (en las de la civilización occidental, como poco).

Al cabo de los años, viendo que el asunto, como un mal amante, no se apartaba de mi cabeza, me propuse investigarlo con seriedad científica, no dejar que la cosa quedase en "especulaciones de una listilla un poco chalada", averiguar si las cifras me darían la razón, operacionalizar lo que busco exactamente, descartar interferencias de variables intermedias... Necesitaba que dejase de obsesionarme. En vez de preocuparme, ocuparme.

Así, poco a poco, paso a paso, cada vez que he podido hacer investigación sociológica con libertad, he aprovechado para darle un empujoncito más, para profundizar un poco más en el asunto... Es lo que tienen las obsesiones. Pero justamente porque soy consciente de que es una obsesión, necesito despojarlo de su carácter de "manía". Necesito seguir profundizando todo lo que pueda, científicamente, con todo el rigor y la honestidad intelectual que me han inculcado (que es, creo, bastante, en todo caso espero sea suficiente), hasta que deje de ser especulación y se convierta en "conocimiento". Necesito que sean los datos quienes me avalen o me convenzan de lo contrario. Y, como a pesar de todo se trata de una obsesión, es probable que no descanse hasta que eso ocurra.

Como Churchill, yo tampoco me fío más que de los estudios que yo misma he manipulado. Por tanto, lo tenía que hacer yo misma. Abrí la línea de investigación con el trabajo final de un curso postgrado sobre análisis cuantitativo de datos sociales, en el año 2001, organizado por el Colegio de Sociólogos de Madrid. Ese trabajo final consistía en una investigación, pequeñita pero seria, es decir, metodológicamente bien planteada, con las operacionalizaciones y los análisis realizados de forma correcta y completa.

El siguiente paso se apoyó naturalmente en este trabajo previo, y tomó la forma de una tesina, colofón de un D.E.A. (Diploma de Estudios Avanzados, lo que a partir ahora llaman Master), es decir, los seminarios e investigación previos a una tesis doctoral. Este lo realicé en París, entre 2003 y 2004. Tuve que irme allí por varias razones, siendo una de ellas que la EPHE - Sorbonne tenía justamente el programa de doctorado que se ajustaba a mi enfoque, y que en España no lo había.

Naturalmente, y si la providencia me lo permite, el próximo paso será la tesis doctoral, que ojalá pueda comenzar dentro de no demasiado tiempo.

¿Y de qué se trata? Pues muy sencillo: en dos palabras, de comprobar estadísticamente si es verdad o no aquello que dijo Marx de que "la religión es el opio del pueblo".

La famosa sentencia, unos la creen a pies juntillas por el mero hecho de que la dijo Marx; otros la cuestionan, casi por la misma razón... pero nadie que yo sepa se había puesto "a la cartesiana" a investigar qué dicen las cifras de todo esto. Y eso es lo que me he propuesto: ni lo creo ni lo dejo de creer, sólo quiero ver qué dicen las estadísticas. Más que nada porque yo no soy Marx, sólo soy una socióloga más de las que salen a miles cada año de todas las facultades de sociología del mundo. Por tanto, para que algo que yo planteo tenga cierta probabilidad de ser creíble, es mejor que venga respaldado por un estudio bien hecho, so la tutela de una buena universidad. En este caso, de la Sorbona.

En fin, no se trata de cambiar la autoridad de Marx por la de la Sorbona, aunque nunca viene mal un respaldo. No. De lo que se trata es de realizar el trabajo, lo que, fuera de una universidad que me guíe, sería difícil. Y de realizarlo científicamente, rigurosamente, honestamente. Las palabras no son más ciertas ni porque se digan más fuerte ni porque se ponga más pasión en ellas. Se trata, por tanto, de poder creerme mis propias palabras. Desapasionadamente.

sábado, 3 de enero de 2009

PORTES DU BONHEUR

Cuando, como es el caso, una ha estrenado el año con gripe y aun así desea escribir algo, viene muy bien haber estrenado también un almanaque zen que adquirió en las últimas vacaciones. Os transcribo el consejo que nos cuenta el almanaque para este fin de semana:

Tened siempre en mente -o escrito en un pedazo de papel que llevéis siempre con vosotros- las cinco "puertas de la felicidad" del budismo zen:

Simplicidad
Serenidad
Confianza
Consciencia
Imaginación

PD. La imagen es de la artista Gaëlle Boissonnard

jueves, 1 de enero de 2009

APELLIDOS

"...Se considera que, en el inicio, los apellidos fueron extensiones, apodos del nombre de pila para diferenciar personas con nombres iguales pero de distintas familias. Estos apodos para diferenciarse estaban relacionados con varios aspectos relacionados con el padre o con el miembro más conocido del grupo familiar, aspectos que podían ser simplemente el nombre de esta persona, su oficio, su origen de residencia, algún rasgo característico de su físico, o alguna historia o anécdota de su vida..."

(Tomado de: http://www.arbol-genealogico.es/apellidos.html )

Ayer, durante la cena de Nochevieja, me contaron un curioso ejemplo sobre esto:

Es sabido que en la lengua maya abundan los nombres terminados en -huac -tec -poc -pac -puc. Al parecer, estos fonemas son onomatopeyas del ruido que hacía el cuerpo del sacrificado al estrellarse contra el suelo, tras ser arrojado desde lo alto de la pirámide.