domingo, 25 de noviembre de 2012

Un apunte muy superficial






Una visita a mi amigo Francis Black  me ha recordado reflexiones que surgieron en mi primer viaje organizado. Fue un circuito por Polonia. En ocho días poco se puede conocer de un país, pero una reflexión general ya me llevé. Es la siguiente.

Las fronteras de Polonia han variado mucho a lo largo de la historia, y esto tiene que ver con que se encuentra en plena llanura centroeuropea: sin casi resistencia geográfica, por ahí han transitado fácilmente los ejércitos de toda europa, como Pedro por su casa, de este a oeste, de sur a norte, y viceversa.

Si hoy día Polonia sigue existiendo, es a causa del extremado nacionalismo de sus gentes. Por así decirlo, Polonia existe por pura cabezonería, pues lo fácil habría sido sucumbir definitivamente en alguna de las múltiples invasiones sufridas.

Otro rasgo que me pareció encontrar en las gentes de aquel país, tiene que ver, seguro, con todo lo anterior: es el inmenso odio que profesan hacia sus vecinos y el resto del mundo en general. Checos, eslovacos, rusos, lituanos, bielorrusos, ucranianos y alemanes, no son vecinos sino enemigos. Incluso los turistas, no éramos vistos como una fuente de ingresos a la que mostrar con orgullo el país, sino como invasores.