domingo, 27 de septiembre de 2009

Cosas del destino


Os preguntaréis, mis queridos y sufridos fieles, por qué he tardado tanto en renovar la bitácora tras la pausa del verano. La razón es que he andado enfrascada ayudando a los reyes magos a hacer realidad un proyecto que les pedí para este año.
Ahora ya sé que no me lo traerán. Por lo menos, no este año, o no en la forma deseada, o ni lo uno ni lo otro. Quizá el año próximo, o quizá no porque me coja más floja o desmotivada, quién sabe cómo andaré el año que viene...
Todo este asunto me recuerda una frase, una definición que escuché el otro día: "¿Cómo, que no sabes quién es Dios? A ver, cómo te lo explicaría: ¿Alguna vez has deseado algo mucho, y lo has pedido con todas tus fuerzas? Pues Dios es el que te ignora".
Veámoslo por el lado bueno: viviré más tranquila y me ahorraré tiempo y dinero en sesiones de fisioterapia. Las tensiones de los últimos días casi convierten mi cuello y espalda en una tabla de lavar, no quiero ni imaginar cómo sería si me embarco en la empresa. En cualquier caso, y una vez pasado el berrinche, una se recompone y vuelve a reaccionar como suele: pensando que seguramente será para bien porque algo aún mejor me está esperando.