viernes, 31 de diciembre de 2010

Sin título


Me sorprende que no haya tenido más repercusión mediática un suceso ocurrido estos días: se descubrió un importante robo de obras de arte, y la pista que siguió la policía empezó por el hallazgo de una escultura de Chillida que iba a ser fundida en una chatarrería, donde había sido comprada por poco más de 30 euros.
Supongo que el silencio de la prensa se debe al respeto por el difícil momento que debe de estar pasando la familia del escultor, pues el Museo Chillida Leku acaba de anunciar su próximo cierre. Pero una en su maldad no puede dejar de preguntarse si lo que sacasen en casa del chatarrero daría para cubrir las deudas.

http://www.arttuality.com/un-chatarrero-de-palomeque-compra-un-chillida-por-33-euros/

miércoles, 17 de febrero de 2010

Pasos


La avalancha de anuncios que en prime time nos recuerdan que el paso del tiempo es, además de inexorable, catastrófico para las mujeres... casi había conseguido que me obsesionase con el asunto.
Pero no. He decidido que no.
He decidido que para algo el paso del tiempo es (en el corto plazo) imperceptible. He decidido tomar ese "regalo" y dejarme engañar. He decidido pensar que el paso del tiempo es como marchar despacito sobre la superficie de la tierra: la sensación es de andar plano, uno no se apercibe de que está sobre una esfera. Pues eso, he decidido caminar, disfrutando del paisaje, y sin estar pendiente de la curvatura.

lunes, 1 de febrero de 2010


Confieso que he viajado poco fuera de la señorial Europa. Esta circunstancia me lleva a asombrarme cuando visito, por ejemplo, zonas de Iberoamérica. Me deja boquiabierta comprobar que tan lejos se hable español, y la manera común que tenemos de entender muchos aspectos de la vida. Herencia nuestra, claro, pero a la vez ¡qué original manera de incorporársela!
Un ejemplo, traído de Mexico. En las carreteras que recorren Yucatán -y sospecho que en todas las carreteras federales- se ven cada pocos metros unos carteles con consejos para el ‘manejo’ (la conducción), como: “Respete las señales”. Bien, hasta aquí todo bien. Unos metros adelante puede leerse “Obedezca las señales”. Qué duro, me digo. Respete me gustaba más, lo de obedezca suena un poco déspota… Más allá, otro cartel: “No rompa las señales”; y al poco, otro: “No destruya las señales”. Entonces vuelvo a ver el letrero de “Respete las señales” y comprendo mejor a qué se refiere.