sábado, 17 de agosto de 2013

Correcaminos II

El problema es que tú quieres mucho a tu amigo correcaminos. (Ver entrada anterior).

Le querías muchísimo hasta que empezó a tratarte como algo "verdaderamente nuclear" de su vida o sea, hasta que empezó a sustituirte por simulacros, y a evitarte como viene haciendo con todo, aunque tú, imbécil, no lo has sabido hasta el mes pasado.

A partir de ahí comienza una cuesta abajo cada vez más decepcionante y frustrante...  Por mucho que uno se diga "bueno, déjalo estar" o "pobre, el verdadero problema no es tuyo sino suyo" ... Es mentira: TÚ SÍ tienes un problema. Uno bien gordo: resulta que tu mejor amigo desde hace años, por mucho que siga siendo encantador para los desconocidos, se ha convertido para ti en una relación tóxica. Por la razón que sea: por sus neuras, porque ahora tú lo conoces demasiado bien, porque te quiere demasiado, porque la confianza da asco, porque lo confunde todo, por lo que sea... TÚ tienes un problema.

He ahí la cuestión. Qué hacer con todo eso. Qué hacer con los desaires, las excusas, los noes, los esquinazos que tu querido amigo lleva inserto en su sistema límbico. Y qué hacer con tu propia frustración. Cómo se hace para no sucumbir al rencor.

Los tratados sobre relaciones tóxicas aconsejan poner distancia. No es fácil, pero afortunadamente TÚ SÍ sabes de lo que huyes y por qué: huyes por salud. No es fácil, pero hay que decirse cada mañana:

"VAMOS, YÉRGUETE Y MIRA AL FUTURO. AHORA EL CORRECAMINOS ERES TÚ"