sábado, 28 de marzo de 2009

REFORMULANDO... Y VUELTA A EMPEZAR

Es descorazonador -y a la vez apasionante- que la estadística no le dé a uno la razón cuando se está tan convencido de algo. Pero, qué se le va a hacer, si estamos investigando es para eso: para ver si nuestro convencimiento es sólo nuestro, o si la realidad también participa de él.

En fin, miraba a mis resultados pensando qué hacer con ellos, tratando de superar la decepción y no sabiendo bien por dónde tirar... Resolví que peor sería si no existiera correlación significativa ni a favor ni en contra de la hipótesis. Bueno, en Suecia sí ocurría esto más o menos, pero en los demás países las cifras al menos hablaban alto. Sólo había, pues, que escucharlas.

¿Y qué decían las cifras?

Veamos, tampoco se podía decir que la investigación hubiese sido un rotundo fracaso. Sólo en el caso de los ingleses las relaciones entre religiosidad y compromiso político se comportaban claramente de forma contraria a lo previsto. Los suecos, ni quitan ni ponen; los alemanes, con algunos indicadores sí y con otros no, más o menos corroboran y desmienten al 50%; franceses y españoles sí corroboraban la hipótesis aunque no muy fuertemente, y Grecia la corroboraba, y además con rotundidad. ¿Qué estaba pasando?

Parecía establecerse una escala que va desde la iglesia ortodoxa, pasando por la católica y las protestantes, hasta la iglesia anglicana, en que el comportamiento político de las personas más religiosas vira desde el extremo del nulo compromiso político, hasta el extremo opuesto de resultar ser los más activos. Sucede además que la iglesia ortodoxa griega es la versión más antigua, la forma más arcaica de cristianismo, de entre las estudiadas. Después se fijó el catolicismo; las reformas protestantes y anglicana son ya surgidas en la modernidad. Empezaba a resultarme bastante claro que la cuestión tiene que ver con la evolución histórica de las iglesias.

Es decir, la hipótesis sí se cumple, pero sólo en las versiones más antiguas del cristianismo, más claramente cuanto más arcaica es la modalidad. Esto parecía probado.

Desgraciadamente, en la otra mitad de la tabla no parecía que la cosa estuviese tan clara. Las reformas de Lutero, Calvino, y la separación del papado de Enrique VIII, ocurrieron más o menos por la misma época. ¿Por qué, entonces, la iglesia anglicana "habla" tan claro mientras que los protestantes por el contrario muestran tanta tibieza? Sobre todo, teniendo en cuenta que la reforma protestante sí tuvo una fuerte componente de revisión ideológica frente al catolicismo de la época, mientras que la iglesia anglicana surgió de una manera mucho más caprichosa, de un lío de faldas por así decirlo, de un tú a tú entre el papa y el rey; por lo demás, la iglesia anglicana tiene muchas similitudes con el catolicismo, podría decirse que aparte del no reconocimiento del papa, en todo lo demás son muy parecidas, al menos en el siglo dieciséis.

Aquí no quedaba más remedio que leer, empaparse de la historia religiosa de estos países, y al cabo, volver a exprimir mi imaginación sociológica en busca de una reformulación plausible de la teoría. Y así lo hice. Antes de ponerme a escribir las conclusiones, elaboré la parte del informe donde se explica el contexto histórico y cultural de cada uno de los seis países, centrándome en los avatares de la religión y en los cambios político-sociales que más directamente llevan hasta la situación actual.

En efecto, todo ello sirvió para que al final algo en mi cabeza exclamase "eureka". Por fin, esa reformulación de la teoría inicial (siempre en espera de posteriores comprobaciones empíricas, naturalmente) de momento queda de la siguiente manera:

La teoría que habíamos enunciado decía que la religión no adopta una mitología cualquiera, sino aquella que constituye un buen disfraz poético, metafórico, de un problema social de envergadura. Esto es una especie de solución de compromiso entre el querer y no querer verlo, una forma de reconocimiento del problema y su centralidad en nuestras vidas, a la vez que una forma de disfrazarlo, de expulsarlo, por declararnos impotentes para resolverlo. La mitificación y la adoración de los mitos opera socialmente como los traumas en la psicología individual: un hecho trágico al que no queremos hacer frente, y que a la vez aflora en casi cada uno de nuestros actos (más cuanto más nos acercamos al problema) de forma disfrazada.

Sin embargo, esto sólo es la mitad del asunto. Hay un problema, y a los problemas hay que buscarles soluciones. Por otro lado, las religiones no sólo tienen mitos, rezos y rituales. Nos estábamos olvidando de que las religiones también tienen preceptos morales y de comportamiento, que seguramente están proponiendo posibles soluciones al problema. Entonces, y como continuación o complemento de la formulación anterior de nuestra teoría, habría de añadir que, del mismo modo que la parte mítica y ritual es la parte de la religión que está poniendo el acento en el problema, la parte del código de conducta está más bien poniendo el acento en la búsqueda de posibles soluciones.

En el caso del cristianismo, el problema es cómo organizar las relaciones de poder (quién ha de mandar) entre personas libres e iguales (lo cual es en sí mismo paradójico) y su mito mayor lo refleja a través de un hombre al que mata el pueblo por ser el mejor de entre ellos. Y para paliar este problema social, el código de comportamiento propuesto es la fraternidad, el amor al semejante, el pasar por alto sus faltas, la ayuda al necesitado. La sociedad funcionaría mejor si la gente se comportase de este modo.

Parece, entonces, que ocurre una secuencia lógica en la evolución de una religión: las formas más arcaicas descubren, reconocen el problema, un grave problema cuasi-irresoluble, el cual fijan, mitifican, disfrazan, y al que ruegan, adoran, rezan (sin saberlo), por reconocerse prácticamente incapaces de hacer algo (terrenal) por solucionarlo. Pero a la vez, la sociedad intenta resolver sus problemas, y del seno de la misma religión surge un código de comportamiento, unos preceptos (difíciles de cumplir, tanto como el problema es difícil de resolver) que van encaminados a que el problema social se mitigue en lo posible.

A medida que pasan los siglos y cambian las formas de vida, hay revoluciones y cambios, la vieja religión se revisa. Cada versión revisada va poniendo más el acento en el código-solución que en el mito-problema. Así, el problema va quedando atrás porque la sociedad ha ido aprendiendo a solucionarlo, hasta que un día se habrá resuelto del todo, o al menos habrá quedado en segundo plano porque otro más acuciante, más preocupante o le habrá tomado la delantera, y vuelta a empezar: nuevos mitos, nuevos rezos, nuevos códigos...

PD. Por último, intentando dar respuesta a la pregunta que había quedado abierta sobre la iglesia anglicana... De momento, mi "imaginación sociológica" me trae la sospecha de que, precisamente por haber nacido de una forma tan caprichosa, la iglesia anglicana se han pasado la existencia preguntándose por su propia finalidad. Es, por así decirlo, la rama del cristianismo que, por tener más dudas sobre sí misma que ninguna, ha reflexionado más sobre su propia razón de existir. Una de las últimas encíclicas importantes (digamos, esenciales de la propia razón de ser de la iglesia), data de 1879, en medio de la primera gran crisis capitalista, recién nacidas las Trade Unions. Y en ese escenario dickensiano, la iglesia anglicana resuelve que su papel no puede ser otro que estar al lado de los pobres, y apoyar la justicia redistributiva que intentan instaurar los sindicatos.

martes, 17 de marzo de 2009

RESULTADOS, SIEMPRE PROVISIONALES (I)

Retomando el hilo de la investigación, primero haremos un breve resumen y enseguida pasaremos a los resultados.

Estábamos en que el trabajo se amplió a otros países europeos (Alemania, Francia, Suecia, Inglaterra y Grecia además de España), para seguir explorando la relación entre el comportamiento político de los individuos (en un contexto democrático) y la intensidad de su fe religiosa (cristiana). Dicha ampliación se centraría en dos ejes: por un lado, se tendrían en cuenta escenarios con diversas tradiciones cristianas (protestante, anglicana, ortodoxa y católica); y por otro, se tendría en cuenta el factor "edad" de la última etapa democrática. Se trataba de ver si la hipótesis principal observada en España (los individuos más religiosos tienden a inhibirse más de la participación política) es un rasgo exclusivamente español, de nuestra idiosincrasia de país católico y democracia joven, o si es común a otros cristianismos y otras democracias. Dicha hipótesis emanaba de la teoría, recordémoslo, de que el principal mito cristiano (la muerte de Jesús) esconde una especie de "trauma social" de la democracia, es decir, una declaración de impotencia para resolver las paradojas que surgen al organizar las relaciones de poder en una sociedad de individuos teóricamente libres e iguales.

En dicha exploración también se pretendía ampliar las formas de cruzar las variables principales "religiosidad" e "implicación politica", tomando tres indicadores para cada una (ver entrada MANOS A LA OBRA), en lugar de uno por cada una, como en el trabajo anterior. Lo que se hizo fue cruzar los tres indicadores "R" (religiosidad) contra cada uno de los indicadores "P" (politización), por tanto ahora no teníamos un solo cruce sino nueve. En realidad eran doce, si tenemos en cuenta el cuarto indicador de politización ("preferencia por la democracia sobre otros sistemas de gobierno") que se cruzó como variable principal, aunque con él no se hicieron análisis de transversalidad por edades, ingresos, etc.

¿Correlarían todos bien, es decir, en el sentido de confirmar la hipótesis con significación aceptable? ¿En todos los países? ¿En unos sí y otros no? Nos lanzamos sin red, a ver qué ocurre.

Antes de continuar, debo aclarar que un análisis cuantitativo puede dar indicaciones de "qué pasa", pero no dice "por qué pasa". Los porqués deben buscarse a través de un análisis cualitativo, es decir, usando discusión abierta, observación participante, entrevistas a expertos... hay varias técnicas. Pero para ninguna de ellas tenía tiempo ni presupuesto, así que decidí completar siquiera ligeramente la parte cualitativa con, por un lado, empaparme de la historia reciente de esos países, y por otro, utilizar mi propio bagage conseguido en viajes, gentes que he conocido... Había un problema: nunca había estado en Grecia, ni conozco a griegos suficientes como para hacerme una idea. No tengo un feeling propio sobre ese país. Al carecer de este material, estuve a punto de sacar a Grecia de la investigación. Finalmente no lo hice, y me alegro.

Digo esto porque mientras analizaba tablas de cruces y correlaciones, uno de los pocos países en que la hipótesis se cumplía a la perfección era Grecia. En Alemania se cumplía al 50% más o menos; en España y Francia, medianamente bien; pero en Grecia aún mejor. Creo que hasta besé las tablas de Grecia. En cambio, los suecos y los ingleses me tenían desesperada, hasta el punto de tentarme la idea de abandonar. Sobre todo los ingleses, llegué a odiarlos: ahí me todo salía al revés.

En fin, tenía que rendirme a las cifras: de los doce cruces (las doce parejas formadas por un indicador religioso y otro politico), en Grecia diez correlaban con fuerza confirmando la hipótesis. Pero esta cifra iba bajando, por este orden: en España y Francia, siete funcionaron bien; en la Alemania católica seis, y en la protestante cinco. En Suecia, sólo cuatro cruces confirmaban la hipótesis, cuatro la desmentían, y en los cuatro cruces restantes no había significación estadística para afirmar nada. Por último, en Gran Bretaña sólo tres cruces nos darían la razón, y los nueve restantes nos la quitaban con fuerza.

Después de devanarme un poco la maraña de neuronas con los pormenores (no hemos entrado aquí en qué cruces sí y cuáles no funcionaron en cada país, con la de hipótesis abiertas que deja cada uno de estos detalles...), resolví que, mirando el trabajo en su conjunto, a vista de pájaro, parecía establecerse una escala: ortodoxos - católicos - protestantes - anglicanos, en que las personas iban desde una confirmación bastante fuerte y completa de nuestra hipótesis (los griegos, cuanto más religiosos más tienden a inhibirse de la política) hasta su refutación bastante fuerte y completa también (los británicos, cuanto más religiosos más comprometidos políticamente).

Resolví también que la madurez de la democracia tenía poco que ver: Francia y España, ambos católicos pero de diferente costumbre democrática, quedaban igualados; mientras que los países con democracias maduras también se escalaban entre sí desde la confirmación de la hipótesis hasta su refutación (Francia, católica, confirma bien; Suecia, luterana, refuta sin mucha fuerza, Inglaterra refuta con fuerza), este factor sí que cobraba importancia.

(Continuará)

sábado, 7 de marzo de 2009

EL TAXI, ¡QUÉ GREMIO!




Estos días he tenido el coche estropeado, por tanto he cogido taxis con más frecuencia de la acostumbrada. Al principio no pero pasados unos días, les cogí hasta miedo.

Indefectiblemente, llevan la radio puesta. La cope por las mañanas, el fútbol por las tardes. Bendecía el día que un taxista llevaba ondacero. ¿Qué les enseñarán con el carnet B1?

Los jóvenes están menos maleados pero los viejos... Gruñones por lo general, cabreados ya desde por la mañana. Escuchar barbaridades racistas cada mañana es algo que deja mal cuerpo para todo el día.

Haciendo todo tipo de trampas a los otros conductores, aplicando la ley del embudo siempre. Una vez iba delante de nosotros un coche con matrícula de Barcelona. Iba despacio, seguramente despistado buscando una bocacalle... Había que oír a mi taxista. No, no se metió con el hecho de que fuese de Barcelona, lo mismo habría dado si fuese de Toledo (eso le ¿honra?):
"¡Lo primero que tiene que hacer uno cuando va a un sitio, es aprenderse bien la ciudad para no molestar a los demás!"
(Sí, justamente en eso iba pensando el pobre hombre, en que tenía que haberse aprendido Madrid para no molestar a un taxista... ¡ay señor!) ... Y no, no íbamos por la Gran Vía ni por la calle de Alcalá, sino por este intrincado barrio, que no conozco bien ni siquiera yo que vivo en él.
PD. Imagen cortesía de POL TURRENS, de la entrada de su blog MADRIZ ME MATA

domingo, 1 de marzo de 2009

MANOS A LA OBRA

Estábamos en la discusión de cómo ampliar la investigación iniciada en España -donde la hipótesis principal parecía corroborarse suficientemente bien- a otras sociedades de tradición política democrática, y de tradición religiosa cristiana, pero examinando diferentes estadios de democracia y cristianismos diferentes del católico, como contexto cultural mayoritario.

Así, el trabajo se iba a repetir en seis países:

-Francia - Como país anfitrión, cualquiera le dice a mi director Baubérot que vamos a dejar fuera a Francia... Sería nuestro segundo país católico, el de democracia madura. Visto a posteriori, sospecho que en esa estabilidad democrática tiene que ver el hecho de haber realizado la separación iglesia-estado desde 1905...

-Grecia - Descartado por el momento el examen de países ex-comunistas, es el único país de Europa occidental de religión mayoritaria ortodoxa. Su último periodo democrático es joven, y desgraciadamente (aunque quizá significativamente) no tenemos un país ortodoxo de democracia estable para examinar cómo influye ese factor.

-Gran Bretaña - Del mismo modo, es el único país anglicano en Europa. Lamentablemente (aunque quizá significativamente) no tenemos otro, país con democracia joven, con quien comparar cómo influye la madurez democrática en un medio anglicano.

-Alemania - Ejemplo importante porque en él conviven dos comunidades, católica y protestante, casi de igual a igual. Ello nos permitía ver las diferencias entre los adeptos a las dos iglesias, sin que las fronteras nacionales supusieran un problema. La parte protestante sería nuestro ejemplo de país protestante con democracia (relativamente) joven. Desgraciadamente, los ateos alemanes hubieron de repartirse ponderadamente entre las dos comunidades, sin poder discernir qué ateos provienen de familia "católica" y cuáles de familia "protestante".

-Suecia - País protestante de larga tradición democrática. Es un ejemplo interesante porque, a pesar de ser un modelo de país civilizado, democrático de siglos, neutral, pacifista... es el único país de nuestra muestra donde no había separación formal iglesia-estado... Ni falta que le hace, podríamos decir. (Ahora ya sí, el estado sueco es laico, pero esta situación data tan sólo del año 2000).

-España - Metodológicamente era importante repetir el trabajo anterior, solo que de forma más completa; repetir con España constituye una prueba de verificación, con otros datos de campo y otros indicarores, si los resultados anteriores volvían a obtenerse. Es nuestro ejemplo de país católico y con democracia joven, en esta muestra de países.

Como fuente de datos de campo, existen algunas macro-encuestas interesantes. El International Social Survey Programme (ISSP) es muy buena serie de ellas, y otra es la European Values Survey (EVS). Junto con Baubérot, decidimos que la EVS es suficientemente completa, y fácil de conseguir pues uno de sus ángeles custodios es el profesor Pierre Bréchon, en la universidad de Grenoble, que es buen amigo de mi director.

Por si acaso, me informé por mi cuenta de que también puede conseguirse una copia del EVS en la Universidad de Colonia, en cuyo sitio web podría consultarse el cuestionario y toda la documentación asociada. El CD con los datos tardó un poco en llegar y eso que para asegurarme lo pedí por ambas vías... pero esa es otra historia. Digamos que, entretanto, la documentación disponible me permitió preparar la operacionalización, es decir, decidir cómo elaboraría el pre-tratamiento de los datos brutos, para obtener mis indicadores de las variables principales.

Gracias a que el cuestionario lo permitía, ahora podíamos medir la "religiosidad" desde varios ángulos, tanto subjetivos como basados en hechos. No sólo un indicador (ver Primeras pruebas. Planteamiento) sino tres:

1 -Religiosidad subjetiva (la religión es importante en mi vida - medianamente importante - nada importante)
2 -Afiliación a una comunidad religiosa, participando en las actividades no-rituales que organiza.
3 -Frecuencia de la práctica religiosa. Se hizo combinando dos preguntas, la frecuencia del rezo (a diario - de vez en cuando - sólo cuando ocurre algo) y la frecuencia de asistencia a oficios religiosos (siempre que la iglesia lo prescribe - de vez en cuando - sólo en actos de compromiso social como bodas, etc.)

Y lo mismo hicimos con "compromiso político":

1 -Politización subjetiva, se hizo combinando dos preguntas: "La política me interesa" mucho - poco - nada... y "Sigo con interés los asuntos políticos en los medios de comunicación" - a diario - de vez en cuando - ...
2 - Afiliación a algún partido político o sindicato.
3 - Participación activa en actos de protesta (escalados por su nivel de implicación: desde la firma de una petición, hasta participar en una huelga o acto ilegal).

Un cuarto indicador de "politización" se hizo enfocado expresamente a la preferencia por la democracia frente a otras formas de gobierno (Es la mejor forma - otras como el gobierno de una élite serían igalmente eficaces - lo mejor es un gobierno fuerte donde la opinión de los ciudadanos quede al margen). Este se utilizó de forma complementaria, pues los tres indicadores anteriores, sobre todo los "fácticos" ya tienen lugar dentro de la democracia: la pertenencia a un partido o sindicato implica, primeramente, la oportunidad libre para tal afiliación; la participación en alguna protesta o petición al gobierno, lleva implícita la voluntad de influir, desde la ciudadanía, en las decisiones políticas; el seguimiento de la política en los medios se tratará mayoritariamente de acciones o decisiones políticas tomadas desde un gobierno democrático...

(Continuará)